miércoles, 5 de agosto de 2015

No es la ropa de moda. 
No es un par de zapatos nuevos. 
No es una sesión en la peluquería. 
No es una salida al shopping. 
No es una vuelta en auto.
No es un paseo en velero. 
No es una cena con un excelente vino. 
No es tener buen sexo. 
No es llenar el vacío.
La paz mental no se compra, se reconstruye día a día. 
Y cuesta. Y vale más que todo lo anterior.


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