jueves, 22 de octubre de 2015

La culpabilidad es un arma poderosa, pues puede utilizarse para ejercer poder y obtener de los otros lo que quieren. Las personas culpabilizadoras intentan hacer creer que nuestra culpabilidad está justificada y así aprovecharse de nosotros. A esto se le denomina chantaje emocional: “no haces lo que se espera de ti”, “no sé cómo has sido capaz de…”, “si hubieras… no habría ocurrido”, etcétera. A partir de la inducción de culpa buscan la sumisión o la consecución de sus objetivos.
Algunas de las características de las personas culpabilizadoras son:
❗Se está quejando casi siempre.
❗Suele ser buen conversador y encantador 
❗En general, suele ser apreciado, nunca tiene la culpa si las cosas se tuercen.
❗Te hace creer que es culpa tuya si las cosas no van bien.
❗Te hace creer que su felicidad está en tus manos.
❗No te acusa directamente, sino de forma retorcida y sutil.
❗Te sientes culpable en su presencia, tienes la impresión de hacer las cosas mal e intentas cambiar para darle satisfacción.

Consecuencias de la autoculpa

Las personas que tienden a autoculpabilizarse de forma frecuente sienten un importante malestar emocional, desprecio por sí mismo, desvalorización, etcétera. Estos sentimientos se asocian a un elevado nivel de autoexigencia, obsesividad y tristeza, además de un nivel muy bajo de autoestima.

La autoculpa nos engaña haciéndonos sentir que no hemos sido capaces de resolver algo que nosotros creíamos controlar, generándonos frustración y desasosiego. Por otro lado, la autoculpa es peligrosa en el sentido de que si cargamos nosotros con toda la culpa, liberamos a los demás de la suya y les incapacitamos para que aprendan a reparar errores o a no volverlos a cometer.


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