Hace varios años que no andaba por el barrio de Belgrano. Entré a la iglesia. Y me senté en uno de los bancos de la última fila. El silencio invocaba rezar. Pensar en lo vivido. Y en lo que vendrá. En un instante escapé de mis pensamientos. Y observé a los santos que estaban de un costado. Miraban fijo, pero con serenidad, como si nada malo podría pasar.
Las iglesias son como campos silenciosos en medio de la ciudad.
Carol C
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