jueves, 4 de febrero de 2016

Los cambios se viven muchas veces como la Carta de La Torre. Sacudones, despertares, ese "darse cuenta" que es momento de salir de la estructura vieja. Pero tiene varias instancias. Esa torre, a pesar de ser opresiva y no darnos felicidad, nos da una sensación de seguridad. Y la seguridad siempre tiene un gran poder de atrapar al humano, atrasarlo, anestesiarlo. Cuando el corazón pide un cambio, se resquebrajan las estructuras viejas y empezamos a ver otras posibilidades. Pero muchas veces, la libertad nos da miedo y volvemos a los escombros de la Torre, buscando refugio. Mucha gente vuelve a un trabajo viejo por dinero o seguridad, o con una ex pareja con la cual ya no hay crecimiento, volvemos a la Torre porque es lo conocido, no porque nos dé gozo ni disfrute. Pero esas segundas vueltas, nos dejan igual de apagados, porque el alma ya no quiere estar allí. Entonces viene nuestro Héroe interior, la Diosa nos llama, y salimos de ese lugar para llegar a donde realmente hay evolución. Esta transición tiene diferente duración cronológica para cada uno, pero nos llega. El cimbronazo de la Torre parece amenazante, pero es una gran oportunidad y un gran despertar. Ningún héroe mitológico evolucionó permaneciendo en casa, en lo seguro. Agradezcamos a las Torres de nuestras vidas, y cambiemos, porque cambiar es evolucionar, quedarse en lo cómodo es estancarse y morirse en vida.

Julieta Suarez Valente 



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