—¿Estás seguro de que deseas encarnar en la Tierra?
—Totalmente. La decisión está tomada.
—¿Eres consciente de los retos a los que te enfrentas?
—Nunca antes he encarnado en ese planeta, de modo que no sé lo que significan realmente los conceptos de "miedo", "dolor", "soledad" o "tristeza". Tal vez el que más me preocupa es el de "muerte"... No alcanzo a comprender la idea de dejar de existir para siempre: eso es imposible, pero los humanos creen que es así. Sea como sea, mi alma desea "bajar" y experimentar todo eso, aportar mi luz y contribuir con mi ser al cambio de conciencia.
—Cuando estés allí abajo, limitado por el cuerpo físico y preguntándote qué haces en ese lugar, "comprenderás"... Desde este estado de conciencia ni siquiera puedes intuir lo que implica experimentar la densidad y la limitación.
—Asumo el reto...
—Entonces, si esa es tu voluntad, solo me queda desearte un feliz viaje por el mundo tridimensional y recordarte que estaremos contigo, desde esta dimensión, observándote y guiándote. Si consigues abrir tu corazón lo suficiente, tarea que no es en absoluto sencilla, serás capaz de "escucharnos" y de percibir nuestras señales.
—¿Y cuál es la mejor manera de abrir el corazón?
—Hacerle caso. Escuchar tu voz interna. Dejarte llevar y soltar la resistencia a que las cosas en la Tierra no sean como deseas... Aceptarte, en definitiva, tal y como eres. Solo de esa forma podrás aceptar a los otros y honrar sus aprendizajes. La paz y el amor que surgirán en ti como consecuencia de esa aceptación te pondrán automáticamente en "contacto" con nosotros.
—De acuerdo, lo tendré en cuenta.
—No, amigo mío... Lo olvidarás. Son las reglas. Tendrás que irlo recordando a medida que tu cuerpo físico, ya contaminado de juicios, apegos y creencias negativas, crezca y se haga adulto. La luz de tu alma deberá emerger entre las tinieblas del temor, la desconfianza y la incomprensión. Confía, amado nuestro: estamos seguros de que serás capaz de conseguirlo.
—¿Qué es eso?
—Es el vientre de tu madre terrestre.
Y ese pequeño embrión con extremidades que puedes ver en su interior es el cuerpo físico en el que vas a encarnar.
¡Buen viaje, alma estelar!
—Totalmente. La decisión está tomada.
—¿Eres consciente de los retos a los que te enfrentas?
—Nunca antes he encarnado en ese planeta, de modo que no sé lo que significan realmente los conceptos de "miedo", "dolor", "soledad" o "tristeza". Tal vez el que más me preocupa es el de "muerte"... No alcanzo a comprender la idea de dejar de existir para siempre: eso es imposible, pero los humanos creen que es así. Sea como sea, mi alma desea "bajar" y experimentar todo eso, aportar mi luz y contribuir con mi ser al cambio de conciencia.
—Cuando estés allí abajo, limitado por el cuerpo físico y preguntándote qué haces en ese lugar, "comprenderás"... Desde este estado de conciencia ni siquiera puedes intuir lo que implica experimentar la densidad y la limitación.
—Asumo el reto...
—Entonces, si esa es tu voluntad, solo me queda desearte un feliz viaje por el mundo tridimensional y recordarte que estaremos contigo, desde esta dimensión, observándote y guiándote. Si consigues abrir tu corazón lo suficiente, tarea que no es en absoluto sencilla, serás capaz de "escucharnos" y de percibir nuestras señales.
—¿Y cuál es la mejor manera de abrir el corazón?
—Hacerle caso. Escuchar tu voz interna. Dejarte llevar y soltar la resistencia a que las cosas en la Tierra no sean como deseas... Aceptarte, en definitiva, tal y como eres. Solo de esa forma podrás aceptar a los otros y honrar sus aprendizajes. La paz y el amor que surgirán en ti como consecuencia de esa aceptación te pondrán automáticamente en "contacto" con nosotros.
—De acuerdo, lo tendré en cuenta.
—No, amigo mío... Lo olvidarás. Son las reglas. Tendrás que irlo recordando a medida que tu cuerpo físico, ya contaminado de juicios, apegos y creencias negativas, crezca y se haga adulto. La luz de tu alma deberá emerger entre las tinieblas del temor, la desconfianza y la incomprensión. Confía, amado nuestro: estamos seguros de que serás capaz de conseguirlo.
—¿Qué es eso?
—Es el vientre de tu madre terrestre.
Y ese pequeño embrión con extremidades que puedes ver en su interior es el cuerpo físico en el que vas a encarnar.
¡Buen viaje, alma estelar!
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