jueves, 7 de enero de 2016

En este 2016, las heridas pueden transformarse en grandes maestras y agentes profundos de sanación. Recordemos que el Arcano 9, arcano del año, El Ermitaño, porta el bastón de Caduceo y la lámpara que alumbra su camino interno. ¿Cómo empiezan a sanar las heridas? Cuando dejamos de culpar al otro por tenerlas. Si a esta altura de nuestras vidas, los culpables de nuestros problemas son nuestros padres o familia, o el país, o los planetas, o la pareja, o la suerte, seguiremos con ese argumento que no tiene creatividad, ni tampoco genera cambios. La posibilidad de sanar la herida es aceptarla, y comenzar un proceso de aceptación. El rechazo siempre genera más rechazo. Si inconscientemente no nos amamos y nos rechazamos, por supuesto que esto replicará en el afuera, generando vínculos con personas que nos rechazan también. Como es adentro es afuera. Cuando hondamente no nos aceptamos, no nos podemos integrar, ni querer, esos cortocircuitos internos generan conflictos y tumultos, y situaciones incoherentes afuera, en nuestro entorno, y las cosas no se nos dan, o se nos obstaculizan. La culpa es obsoleta, no es creativa y es infértil en sí misma. No genera cambios ni movimiento. Sólo estancamiento, repeticiones y patrones de réplica que se asemejan a una calesita, dando vueltas pero no llegando a ningún lado. Este año, el trabajo terapéutico será hondo y profundo, vasto y emocional, ya que llegaremos a estar cara a cara con las heridas para amorosamente sanarlas. Ya no son enemigas, son agentes de cambios y forjadoras de quienes somos. Aprender a amarlas, es aprender a integrarlas como grandes maestras que han sido y siguen siendo, porque ningún marinero se hace marinero en un mar calmo. Y las tormentas de la vida siempre son grandes maestras, después de todo, ningún camino del héroe consiste en quedarse resguardado en casa, seguro y pasivo, sino salir a conquistar nuestro, enfrentando desafíos y pruebas que forjan nuestra temple de acero. 



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