sábado, 24 de septiembre de 2016
jueves, 22 de septiembre de 2016
Jiddu Krishnamurti
El mundo no es algo separado de ti y de mi; el mundo, la sociedad, es la relación que establecemos o buscamos establecer entre nosotros. Así que tú y yo somos el problema, y no el mundo, porque el mundo es la proyección de nosotros mismos, y para entender el mundo debemos entendernos a nosotros mismos. Ese mundo no esta separado de nosotros; nosotros somos el mundo y nuestros problemas son los problemas del mundo.
miércoles, 21 de septiembre de 2016
Brillando
Este jueves 22 de septiembre a las 11:21 hs (Tiempo de Argentina) comenzará el “Equinoccio de Septiembre”, también conocido como “Equinoccio de Primavera”
que marca el paso del invierno a la primavera y que marca el ingreso al otoño en el hemisferio norte.
La hora marca también el ingreso del Sol a Libra en el movimiento zodiacal aparente.
Astronómicamente, en casi todo el planeta, salvo en los polos, el día dura exactamente igual que la noche, lo cual es el significado de la palabra "equinoccio" aequs-nox: "noche igual".
Es por ello que se habla del equilibrio de la luz y la oscuridad, en la eterna danza de estas dos fuerzas que más que opuestos son complementos (y en el equinoccio la dualidad se cancela, sólo para retomar su juego, perenne solve et coagula) .
Este es el símbolo también que marca el signo de Libra, la balanza, la justicia y la belleza de estar en ritmo.
El día del equinoccio la salida del Sol se alinea exactamente con el este y su puesta se alinea exactamente con el oeste. El equinoccio es el gran marcapasos de la naturaleza, la luz que revela los ritmos de la naturaleza.
En el hemisferio sur este 22 de septiembre se celebra el equinoccio vernal, que marca la llegada de la primavera y con ella la fiesta de la luz en su ascenso hacia su máxima intensidad, la fructificación de la intención, las flores físicas y metafísicas que adornarán el verano.
lunes, 19 de septiembre de 2016
El duende de los sueños
Pero muy cerca de la caja del duende, había un agujero, en el que vivía el enano de las pesadillas.
Al enano le daban mucho miedo los sueños y por eso, si el duende había dejado a los niños un bonito sueño, el enano de las pesadillas no entraba en la habitación.
Pero el duende era muy tímido y no quería que nadie lo viera, por eso, no se acercaba a la cama de los niños que no dormían y si el enano oía que lloraban o que estaban despiertos, sabía que allí no había ningún sueño; entonces entraba de puntillas, escondiéndose entre las sombras, sin hacer ningún ruido, para dejar sus horribles pesadillas debajo de la cama.
El duende trabajaba tanto y estaba tan cansado que un día se quedó dormido en su caja azul y durmió durante cuarenta días seguidos.
Y aprovecho el enano los cuartos vacíos de sueños para llenarlos de pesadillas; pesadillas tan espantosas, que hacían que los niños salieran corriendo a dormir con sus papas y durante cuarenta días nadie pudo dormir tranquilo, con monstruos y fantasmas acechando en malos sueños.
Cuando el duende de los sueños se despertó y vio lo que había pasado por su culpa, decidió que tenía que arreglarlo.
Se encerró tres días y tres noches en su caja azul, fabricando el sueño más grande y maravilloso que nadie había soñado jamás, y cuando lo terminó esperó a que todo el mundo estuviera dormido y se metió en el agujero del enano para dejarle aquel regalo en su almohada.
Y tan fantástico era aquel sueño, que el enano no se despertó nunca más y el duende pudo descansar tranquilo, sabiendo que nadie asustaría a los niños con feas pesadillas, aunque él se quedara dormido.
Por eso, por las noches hay que hacer poco ruido, para no despertar al enano de las pesadillas y si no se sueña nada, es que el duendecillo de los sueños, se ha quedado dormido en su caja azul.
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