sábado, 2 de mayo de 2020





Confucio



El hombre que mueve montañas empieza apartando piedrecitas.






viernes, 1 de mayo de 2020

Bienvenido Mayo 🍀


Jaime Sabines



Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza. Córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.

Entre los escombros de mi alma, búscame,
escúchame.
En algún sitio, mi voz sobreviviente, llama,
pide tu asombro, tu iluminado silencio.
Atravesando muros, atmósferas, edades,
tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto)
viene desde la muerte, desde antes
del primer día que despertara al mundo.
¡Qué claridad de rostro, qué ternura
de luz ensimismada,
qué dibujo de miel sobre las hojas de agua!
Amo tus ojos, amo, amo tus ojos.
Soy como el hijo de tus ojos,
como una gota de tus ojos soy.
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
del suelo, de la sombra que pisas,
del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.
Levántame. Porque he caído de tus manos
y quiero vivir, vivir, vivir. 

Jaime Sabines


 He aquí tu estás sola y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.
Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra, a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí. 
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Eso lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.



Jaime Sabines


Te quiero porque tienes...



Te quiero porque tienes
las partes de la mujer en el lugar preciso
y estás completa.
No te falta ni un pétalo,
ni un olor, ni una sombra.
Colocada en tu alma,
dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,
leche de luna en las oscuras hojas
Quizás me ves,
tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy la mancha, un punto en la pared,
alguna raya que tus ojos, sin ti,
se quedan viendo.
Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta. 
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.
Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.
¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba.
Recoge mi cabeza. Guarda el brazo
con que amé tu cintura. No me dejes en medio de tu sangre en esa toalla. 



Marcos Jimenez Leon




LÁGRIMAS

Esperaré sencillas palabras,
ojos que imaginen
gigantes dormidos las montañas,
la calma de un beso en flor.

Esperaré que tus labios
se deshojen en mis labios,
que se endulcen
de un deseo incontrolable.

Esperaré
la lluvia para amarte.

Es tan diminuto el universo
que solo puede verse
al otro lado de una lágrima.

"La Memoria de los Pájaros".

martes, 28 de abril de 2020

lunes, 27 de abril de 2020

Alonso Del Río

Elevando la vida



Ríos que crecen despiertos
mareas que suben elevando la vida
en tu vibración
No existen fronteras
si abres las puertas de tu percepción

- Te amo.
- ¿Si?
- Sí.
- ¿Guau, seguro?
- Sí, seguro. Nunca antes amé así.
- Y abajo de eso, ¿qué hay?
- ¿Abajo? Creo que te necesito.
- ¿Y más abajo?
- Más abajo tengo miedo.
- ¿Y más abajo?
- ¿Más abajo? Tres cosas que faltan. Mi madre, mi padre y dios.
- ¿Qué faltan o qué sobran?
- Ay. No sé.
- ¿Y un poco más abajo?
- ¿Abajo de ellos? Veo cardúmenes, bandadas, la vía láctea, todos los huesos del mundo, el mar.
- ¡Qué hermoso! ¿Y más abajo?
- No quiero ir más abajo. Abajo de eso hay un espejo.
- ¿Un espejo? ¿Y más, más abajo?¿ A través del espejo?
- ¡Ahí estoy! ¿Me ves? ¡Mirá como pataleo!
- ¡Sí! ¡Te veo! Sos tan linda. ¿Y un poquito más abajo?
- Más abajo no hay nada.
- El vacío, ¿te está mirando?
- Sí.
- Esa mirada es la respuesta. ¿Me amás?
- Está oscuro acá, ya ni sé. Tengo ganas de llorar. Si digo que te amo, ¿te amo?
- Voy a prender la luz aunque ya sea de día.
- ¿Y ahora? ¿Qué hacemos con toda la verdad?
- Mates, nos hacemos unos mates...



domingo, 26 de abril de 2020

Como los cuatro ríos del Edén, que surgen de una fuente común, el ser humano cuenta con cuatro energías que manan desde su centro vital:

pensamientos,
emociones,
deseos
necesidades

Quien desprecia y reprime las tres últimas, y por la ilusión de mostrarse «puro» habita sólo en lo mental, se convierte en una planta sin raíces. Podemos interpretar esto  como una equivocada búsqueda de santidad en pos del Dios exterior. Por desconocimiento o desprecio a nosotros mismos, todo lo que concebimos como sublime lo buscamos fuera de nosotros, en lo alto, como si allí, en el lejano firmamento, residiera, en un trono de oro y joyas, un barbudo Padre eterno.
 Nos sentimos amenazados por innumerables fantasmas: ¡El sistema económico va a reventar! ¡Nuevos virus acabarán con la salud! ¡Los alimentos están contaminados! ¡El agua potable puede acabarse en el planeta! ¡Una bomba estallará en el metro! ¡Nunca Dios podrá salvarnos!

Pero desde nuestro corazón, el Dios Interuir nos dice:

"Calma tu mente, límpiala de sus ideas caducas, vence el miedo y avanza día a día, haciendo frente a los obstáculos.  Tú mismo puedes abatir esos límites que desde niño han embutido en tu espíritu. Este mundo en el que te quieren obligar a vivir es sólo una posible realidad, pero existen otras. La energía que mueve al mundo no tiene por qué ser el petróleo, la fuerza nuclear o la violencia masculina; las fortunas no tienen por qué estar acumuladas obligatoriamente en una minoría de la población a costa del hambre de la mayor parte de la humanidad; la casa en la que vives no tiene por qué ser trazada con un simple tiralíneas; ni los edificios construidos sin amor por arquitectos vendidos a una industria que es inhumana tienen necesidad de erigirse, con falsas ventanas e insano aire acondicionado dentro, como arrogantes falos. Deja de temer las enfermedades, tú puedes ser tu propio curandero. El mundo es un edén en potencia que debes hacer que dé frutos. Para cambiarlo, comienza por cambiar tú... ¡Pero no te subes al barco! Temiendo lo incierto y aferrándote a lo seguro, desdeñando los deseos que te impulsan a crear, buscas jefes, amos o empresas desalmadas para que te den un empleo, una ratonera donde vegetar trabajando en algo que no te gusta. No piensas en realizar una buena obra, sino que mendigas un buen sueldo. Sumido en esa esclavitud, a los conflictos emocionales los llamas estrés, y en vez de subirte al barco crees que ingerir pastillas te aliviará.... ¡Prefieres dejar que la espada caiga sobre la cabeza de tus descendientes eligiendo nebulosos políticos para que te gobiernen o consumiendo productos industriales que son nocivos, sin hacer tu trabajo, sin mutar mentalmente, sin convertirte en el hacedor de tu destino!