luna nueva en Leo :: eclipse parcial del Sol :: el poder de nuestro corazón alquímico ::
Mañana cruzamos el umbral de la Luna nueva en Leo y el tercer eclipse de esta temporada. Tuvimos un eclipse solar parcial en el signo de Cáncer, el 13 de julio; un eclipse total de la Luna en Acuario, el 27 de julio; y mañana cerramos este ciclo de eclipses con el último eclipse del año, en Leo.
La Luna nueva es un tiempo de siembra en el que contactamos con nuestros deseos e intenciones creativas, las nombramos y se las presentamos al universo. Toda creación encarnada en la materia empieza con un movimiento interno, una intención que nace de nuestro ser. Todo lo que creamos, nace de este movimiento llamado deseo.
Para sembrar en la Tierra es necesario un trabajo previo de deshierbar, de preparar el terreno para que lo que sembremos, brote. Si sembramos en una tierra que no ha sido movida y despejada previamente, es probable que nuestras semillas no germinen, no tengan la fuerza para hacerlo. A nivel energético es lo mismo. Para que nuestro deseo se revele con claridad e integridad, el movimiento de nuestra intención ha de brotar de nuestra conciencia. Para eso hemos de deshierbar las influencias inconscientes para que la luz de la claridad de nuestra intención pueda revelarse y manifestarse.
A veces actuamos con la mejor de las intenciones y creamos lo contrario de lo que creíamos desear. Creamos caos, dolor, confusión, separación. Esta disociación entre nuestra intención y lo que creamos puede ser sutil y, si estamos atentos y a la escucha, nos permite afinarnos y corregirnos, si necesario. Esta disociación también puede revelarse como un abismo, una crisis en la que la ruptura es tan grave o evidente que pide reconstrucción y sanación. Un camino de maestría e integridad – de soberanía creativa- nos habla de ir acotando la brecha entre nuestras intenciones y la realidad que creamos.
Cada Luna nueva es un tiempo propicio para sembrar deseos solares. Es decir, tomar contacto, nombrar, afirmarnos en una voluntad creativa en armonía con el cosmos. La pregunta es ¿y quién desea a través nuestro? ¿qué energías mueven nuestra voluntad? ¿qué parte de nuestro pasado no resuelto actúan a través de nuestro deseo?
Un eclipse solar magnifica el poder de una Luna nueva. Si recapitulamos todo lo que ha sucedido durante las pasadas cuatro semanas, seguro tendremos un mapa claro de los patrones que se han visibilizado, de las memorias que ha brotado del pasado para ser integradas, transformadas hoy. Estos eclipses han traído a la luz del presente narrativas no resueltas del pasado.
Bajo esta Luna nueva, y eclipse solar en Leo, tenemos ahora siete planetas retrógrados en el cielo. Urano en Tauro comenzó su retrogradación esta semana sumándose a Marte en Acuario, Mercurio en Leo, Chirón en Aries, Saturno y Pluto en Capricornio y Neptuno en Piscis. Esta configuración planetaria nos habla de que las puertas aún no están abiertas para ir hacia adelante, que este es un momento gestante, íntimamente creativo y sanador cuyo poder se da a nivel interno como semilla de una próxima exteriorización.
La energía de este pasado mes de eclipses ha levantado las heridas, memorias ocultas, secretos o realidades negadas, que no queríamos o no podíamos ver hasta ahora. Esta revelación de lo no resuelto de nuestro pasado se da en varios planos.
Para algunos este es un proceso creativo, gozoso, lleno de revelaciones, en el que nuevas visiones se gestan desde la claridad de habitarnos en lo profundo. En la celebración de encontrar el camino de la expresión libre, auténtica y soberana. Celebración de la valentía de haber mirado -y seguir mirando- a nuestro miedo a los ojos, reconociendo sus lecciones, asumiendo el poder de nuestra valentía. Valentía de amar el proceso, aunque duela. Valentía de no escondernos. Valentía de asumir las consecuencias de nuestra expresión. Valentía de ser.
Para otros estos paisajes pueden ser tortuosos. A mayor la resistencia de recoger nuestras velas y dejar de empujar nuestra voluntad hacia afuera, más intensa en la sensación de freno, obstáculo, bloqueo y de crisis.
A mayor nuestra resistencia de ir hacia adentro, más nuestro entorno externo nos desafía a mirarnos, a reconocer lo que quiere visibilizarse, lo que quiere nuestra atención. Ante estos desafíos escapamos, huimos, nos adormecemos, nos anestesiamos; o luchamos, entramos en guerra, queremos recuperar el equilibrio, prevalecer, cueste lo que cueste, y sobre todo no queremos sentir lo que sentimos.
Sentir la ira, el odio, la venganza, la depresión, el sentimiento de estar perdidos, confundidos, bloqueados, sin rumbo. Este es el corazón de una batalla cuerpo a cuerpo con nuestra sombra. Batalla que más que hablar de vencedores o de conquistas y triunfos, nos habla de una muerte y de un parto. ¿qué parte de nosotros se niega a morir? ¿qué necesita morir para que podemos parir(nos) , crear(nos) en una realidad actualizada?
Para algunos el despertar que este tiempo nos ofrece puede haber traído sacudidas tan potentes que han logrado quebrar algunas de estas resistencias- armaduras- forzando así un proceso largamente postergado de mirar ahí donde más duele. De ser así, este es un tiempo propicio para buscar apoyo y ayuda externa para acompañar la vulnerabilidad de un proceso de quiebre y ruptura que desafía nuestra seguridad psíquica y material. Esta ayuda es necesaria para reconstruir la base fragmentada que se revela en esta crisis. Pero es, sobre todo, un tiempo de no negarnos este lugar íntimo de acompañarnos incondicionalmente por los paisajes del desasosiego.
Para otros, el sentimiento durante este periodo de eclipses y planetas retrógrados, es el de una liberación de una carga muy antigua cuyas raíces nos lleva más allá de lo íntimo y nos revela la dimensión colectiva de nuestra sanación personal. Nuestro largo recorrido por un camino de conciencia e iluminación de la sombra nos ofrenda ahora sus frutos. Frutos que emergen de las heridas sanadas, de los puentes tejidos, de los límites puestos, de las verdades expresadas : de la lealtad a nuestro ser. Frutos que emergen de nuestro reencuentro con un amor perdido en el tiempo. Frutos que emergen de un corazón que ocupa dignamente su lugar, nutrido por las cenizas de nuestras pérdidas y duelos. Frutos de gozar el poder de un corazón profundo y libre. Frutos de reconocer nuestro deseo de compartir nuestros dones y talentos y ofrendarlos al mundo.
Si nos encontramos en este lugar, este sigue siendo un buen tiempo para acompañar el desprendimiento de la energía resonante del trauma de nuestro cuerpo celular. Podemos acompañar este cierre de puertas desde el lugar que más nos resuene : desde la expresión artística; desde el arte ritual y la ceremonia; desde la escritura; desde el silencio meditativo; desde el vacío; desde el rezo; desde alguna terapia somática; desde el ayuno; desde el contacto con la naturaleza; desde la intimidad de un vínculo íntimo y seguro.
Este periodo también nos habla de la disolución de una autoridad energética que ha condicionado nuestra capacidad de crear, de amar, de cuidar de nuestra salud. Esta disolución nos habla de un proceso de desprendimiento de un cuerpo de dolor, de memorias y patrones de nuestro pasado y linaje. Nos habla de una liberación lenta que, por etapas, nos va mostrando el camino de nuestra autonomía, de nuestro liderazgo.
Un camino en el que nos reconocemos y valoramos libres. Un camino en el que sentimos una mayor confianza en expresarnos auténticamente, sin miedo a las consecuencias de nuestra singularidad y diferencia. Un camino en el que ya no necesitamos recibir atención y amor a través de la entrega de nuestra energía y voluntad a otros- sean personas, causas, ideales, instituciones-. Un camino en el que reconocemos la fuerza y vitalidad de nuestro corazón como eje centrar de la alquimia transformadora que estamos viviendo.
En este contexto la Luna nueva en Leo de mañana nos ofrece un portal, un rito de pasos energético, en el que tomamos conciencia de que la raíz del proceso que estemos viviendo en este momento -desde el lugar que nos toque- tiene que ver con rescatar nuestro corazón de cualquier lugar en el que no le corresponda estar.
Podemos estar en la fase del rescate de nuestro corazón del pozo del abuso y el maltrato, del abandono y la orfandad. Podemos estar en la fase de sanación de las heridas del desamor y la soledad. Podemos estar en la fase de abrirnos, de volver a confiar, de compartirnos íntimamente sin miedo a perdernos. Podemos estar en la fase del gozo y del brillo creativo, conscientes que nuestro corazón se hace portal de apoyo e inspiración para que quienes necesiten luz y cobijo lo reciban, sin por ello sacrificarnos y descuidarnos.
Este último eclipse en Leo nos habla de una recuperación de una energía vital que está -o ha estado- comprometida en lugares en los que damos sin recibir, cuidamos sin ser cuidados, obedecemos sin ser escuchados y respetados, callamos por complacer o sostener un orden que conviene a algunos, y no a todos. Nos habla de un desprendimiento de círculos, dogmas, sistemas, sectas, asociaciones, pactos de obediencia a la mente tribal, en los que el abuso energético y de poder se ha hecho evidente.
Círculos sociales, políticos o espirituales en el que el descuido y el maltrato perpetúa y se alimenta de nuestros patrones de infancia. Círculos en los que la voluntad de sanar colectivamente a través del duelo compartido es negado y censurado. Círculos en los que se niega el trabajo con la sombra y las proyecciones tóxicas. Círculos en el que abuso de poder es evidente y callamos para pertenecer. Círculos en los que se protegen a depredadores y depredadoras. Círculos en los que se encubre el abuso.
Esta Luna nueva en Leo no habla de la culminación de un proceso de toma de conciencia de cómo hemos entregado nuestro amor esperando ser cuidados, esperando ser reconocidos y valorados por figuras de autoridad en las que hemos depositado nuestra confianza, en las que nos hemos apoyado. Esta Luna nueva nos ofrece la oportunidad de reconocer cómo nuestra herida de desamor nos ha colocado en un lugar de sumisión y auto censura que ya no podemos ni queremos sostener.
La Luna nueva en Leo nos habla del rugir de nuestro Ser Solar. Esa Leona Sagrada que ruge desde el fuego de nuestro amor eterno- corazón alquímico- representa nuestra dignidad soberana frente al abuso sistémico que contamina nuestra sociedad. Nuestro rugir representa nuestro liderazgo sagrado, nuestro derecho a denunciar cómo programas condicionantes, códigos virales, venenos energéticos, secuestran el poder de nuestros corazones y anulan nuestras voluntades creativas. Programas que han actuado como hechizos y que, ahora, con la fuerza evolutiva de los eclipses en Leo, (entre enero del 2017 hasta mañana), culminan en una nueva masa crítica de personas y almas que han conquistado su soberanía creativa.
Almas valientes que han braceado sombras ancestrales monstruosas para renacer luminosas y brillar como faros en esta fase evolutiva colectiva. Esta Luna nueva en Leo nos convoca a honrar la ferocidad de nuestro amor que brota y alumbra el camino. Nos invita a honrar el coraje y la valentía de nuestro deseo. Un deseo tan poderoso que nos ha traído hasta aquí, hasta esta conciencia de lo que somos y de cómo queremos vivir nuestra realización.
De ahí que esta Luna nueva en Leo sea propicia para refinar nuestras siembras y seguir tejiendo un puente amoroso entre lo que está disociado y desconectado dentro nuestro. Siembras de cómo queremos caminar, de lo que queremos crear a partir de ahora. Si bien la mayoría de los planetas están retrógrados, a lo largo de este año y principios del próximo, cada uno irá recuperando su marcha directa. Poco a poco se irán abriendo las puertas de lo que sembremos ahora desde el silencio de lo oscuro.
En esta Luna nueva honramos el amor que nos ha traído hasta aquí. Honramos la luz y la fuerza de los ancestros que se han presentado a apoyarnos en nuestra sanación. Agradecemos las dificultades que nos han hecho crecer y sacar nuestras alas. Agradecemos las circunstancias desafiantes que nos hacen de espejo para reconocer que aquello que más rechazamos es reflejo de un lugar en nosotros que necesita nuestro reconocimiento y nuestro amor. Agradecemos y honramos nuestras experiencias, nuestras relaciones, la vida y todo su poder. Agradecemos y honramos el poder alquímico de nuestro corazón.
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Mi nombre es Fabiana y soy de Argentina
Honro la ferocidad de mi amor que alumbra el camino.