sábado, 27 de agosto de 2016

TRANSGENERACIONAL APLICADO A LA VIDA DIARIA

Todos los días, la mayoría de nosotros despertamos adormilados, vamos a lavarnos o tomamos un baño, nos vestimos, desayunamos si nos da tiempo, y salimos corriendo a trabajar o comenzamos a realizar las labores del día.
La mayoría de las personas, espera el fin de semana para hacer cosas diferentes, salir de paseo, dormir, divertirse, ir de compras o simplemente descansar, para que el lunes siguiente, comience la rutina nuevamente. Y más común aún, tomar una ida al supermercado como “paseo dominical”.
Si no tomamos conciencia de todo esto, pueden pasar décadas y décadas, haciendo lo mismo, sin darnos cuenta de que eso no es la vida.
Jamás nos regalamos el tiempo para mirar un atardecer, ya no hay tiempo para agradecer a la vida el poder respirar o caminar, estamos preocupados porque el dinero no alcanza y nos conformamos viendo vitrinas, soñando con tener esa pieza exhibida algún día, cuando nos alcance, cuando podamos ahorrar, porque por ahora, no hay suficiente.
Comemos manzanas con sabor a manzana pero que llevan más de 10 años congeladas, compramos latas de atún que ya no contienen pescado sino gluten, tomamos bebidas sabor a… pero que no son naturales.
Y con todo eso, seguimos pensando que esa es la vida.
Un día cualquiera, comenzamos con molestias, algo nos duele, algo ya no podemos hacer y corremos al médico, que lo primero que diagnostica es estrés, y por supuesto su diagnóstico, nos provoca más estrés, porque aquella pieza exhibida en la vitrina, está más lejos que nunca, ahora ya debo usar mi dinero para medicinas. El colmo es, cuando el médico nos dice que, dado que nuestra familia siempre ha padecido de la presión, de diabetes, del corazón, de los huesos, de los riñones o de cáncer, nosotros lo padeceremos también y que debemos prepararnos.
Nos dan una gran lista de medicamentos para poder ir a mi paseo dominical en el supermercado sin molestias, ¡wow qué bendición!, pensamos.
Comenzamos a lamentarnos por nuestra mala suerte, nuestro destino, nuestra economía y ahora nuestra salud.
Seguimos comiendo atún que no es atún y seguimos pensando y sintiendo que no nos alcanza.
Pero tal vez, hemos añadido algo más “natural” a nuestras vidas. Tal vez ya ingerimos linaza, o ya tomamos vinagre, o ya compramos fresas orgánicas o ya no comemos carne, sin darnos cuenta de que en el fondo seguimos igual que antes.
Nos preguntamos, todos los días, por qué aunque demos nuestro 100% no conseguimos tener más dinero, por qué no conseguimos un trabajo que nos fascine y nos motive a superarnos, por qué no tenemos tiempo para ir al campo, por qué no tenemos dinero para cambiar los colchones de la casa, y aún con todo esto, seguimos haciendo exactamente lo mismo todos los días.
Podemos sumar nuestra vida sentimental y amorosa claro, podemos sumar los años y años que perdemos enamorándonos de hombres o mujeres que nos dejan, que nos engañan, que abusan de nosotros.
Podemos sumar la incapacidad para procrear o para embarazarnos.
O quizá podamos sumar vidas vacías en pareja, en donde sólo vemos a nuestro compañero o compañera por las noches al regresar del trabajo y sólo el tiempo suficiente para intercambiar un par de miradas o palabras antes de caer rendidos de cansancio.
¿Algo de esto les suena conocido?
El estudio del árbol genealógico, ayuda en estos casos, y no sólo porque nos regale historias increíbles y curiosas de la familia, sino porque nos permite entender y comprender, por qué no hemos tenido la fuerza para romper con la rutina, por qué no hemos tenido el valor de pedir un aumento de sueldo o cambiar de trabajo, por qué hemos encontrado siempre el mismo tipo de parejas, por qué el dinero que ganamos no nos rinde o se nos va como agua de las manos.
Y es que, a pesar de que el atún ya no contenga atún, el sentirme obligado o resignado a comprarlo, viene de mi árbol genealógico.
El miedo a enfermar de algo, viene de mi árbol genealógico.
Mi predisposición a ser vulnerable a padecer cierto tipo de enfermedades ante emociones específicas, viene de mi árbol genealógico.
Lo maravilloso del árbol genealógico, es cuando descubrimos en él, todas las causas de nuestros comportamientos, de nuestros miedos, de nuestras acciones, de nuestros conflictos, porque con esa información, ya sabemos lo que debemos cambiar en nosotros.
Descubrir que fue nuestro bisabuelo el que derrochó, jugó, apostó y perdió las miles de hectáreas del tatarabuelo. Descubrir que fue la abuela, la que perdía y perdía hijos porque se le morían siempre en un accidente. Descubrir que fue mi abuelo el que fue abandonado de niño y criado por una vecina. Descubrir que fue la tatarabuela la que se casó 5 veces. Saber que el tío era minero y murió asfixiado.
Saber todo esto, descubrirlo, nos hace liberarnos de destinos que no queremos, y que el árbol ya trae escritos.
Nos hace soltar equivocados diagnósticos, porque comprendemos que eso que nos dice el doctor, no corresponde a nuestra vida sino a la de otros familiares más arriba.
Nos hace empoderarnos y luchar por una vida mejor.
Nos hace dejar de creer que el supermercado es un paseo dominical.
Nos hace movernos, mudarnos, luchar por tener lo que en realidad merecemos.
Y toda esta magia, con tan sólo, comprender de dónde venimos.







Niño cuida tu alma




Mundo infinito



Manifestación




miércoles, 24 de agosto de 2016

24 de Agosto - Día del lector

Lee. 
Nutrí la mente porque la salida es hacia adentro. 
Te salvará.
Nos salvará.








No siempre nos une la alegría, nuestros dolores más profundos también pueden ser puentes hermosos para resonar con el corazón de los demás. Los clásicos vínculos escorpianos.



Libertos y Silentes




Enric Corbera

Cuántas veces hemos escuchado: 
"Es muy difícil conseguir algo grande". 
No te resignes, todos tenemos el poder para cambiar el mundo





Mantras


Vive tu verdad. 
Expresa tu amor. 
Comparte tu entusiasmo. 
Toma medidas hacia tus sueños. 
Baila y canta tu música. 
Abraza tus bendiciones. 
Haz que hoy valga la pena recordar. 



Steve Maraboli



lunes, 22 de agosto de 2016

Sigmund Freud

El humor es la manifestación mas alta de los mecanismos de adaptación del individuo







Friedrich Nietzsche

Uno es verdaderamente libre cuando deja de sentir vergüenza de sí mismo.



Dead can



Eduardo Galeano

Culto no es aquel que lee más libros. Culto es aquel que es capaz de escuchar al otro.




El sol entra en Virgo

domingo, 21 de agosto de 2016


Compañía


Cuando una afirmación se repite una y otra vez con el aumento de la fuerza del pensamiento, esta afirmación atrae a la existencia, la misma cosa que afirma.

Paramahamsa Yogandanda



Jiddu Krishnamurti

El último diario (25 de febrero de 1983)

Mientras las horas pasan (no importa el nombre del árbol, lo que importa es su belleza), una cualidad extraordinaria parece extenderse sobre toda la Tierra, sobre el río. Y cuando el Sol asciende un poco más, las hojas comienzan a aletear, a danzar. Y cada hora que pasa parece conferir a ese árbol una cualidad diferente. Antes de salir el Sol, se lo ve melancólico, sosegado, muy distante y pleno de dignidad. Y al comenzar el día, las hojas cubiertas de luz danzan y le da al árbol ese peculiar sentido que uno tiene de inmensa belleza. A mediodía, su sombra se ha hecho más profunda, y uno puede sentarse ahí protegido del Sol, sin sentirse jamás solo con el árbol como compañero. Mientras uno permanece ahí, existe una relación de profunda y perdurable seguridad y una libertad que únicamente los árboles pueden conocer. Hacia el anochecer; cuando el cielo occidental se ilumina con el Sol poniente, el árbol se vuelve poco a poco sombrío, oscuro y se cierra sobre sí mismo. El cielo se ha tornado rojo, amarillo y verde, pero el árbol permanece quieto, oculto, y descansa durante la noche.
Si uno establece una relación con el árbol, está relacionado con toda la humanidad. Uno es responsable, entonces por ese árbol y por los árboles del mundo. Pero si uno no se relaciona con las cosas vivientes de esta Tierra, puede perder toda relación con la humanidad, con los seres humanos. Nosotros nunca observamos profundamente la cualidad de un árbol, nunca lo tocamos realmente, sintiendo su solidez, su áspera corteza, ni escuchamos el sonido que forma parte del árbol. No el sonido del viento entre las hojas, ni el de la brisa que en la mañana agita el follaje, sino el sonido propio del árbol, el sonido del tronco y el silencioso sonido de las raíces. Uno tiene que ser extraordinariamente sensible para escuchar el sonido. Este sonido no es el ruido del mundo, ni el ruido del parloteo mental, ni el de la vulgaridad de las disputas humanas y del conflicto humano, sino el sonido como parte del universo.
Es extraño que tengamos tan poca relación con la naturaleza, con los insectos, con la rana saltarina, con el búho que ulula entre los cerros llamando a su pareja. Parece que nunca experimentamos sentimiento alguno por todas las cosas vivientes de la Tierra. Si pudiéramos establecer una profunda y duradera relación con la naturaleza, jamás mataríamos un animal para satisfacer nuestro apetito, jamás haríamos daño a un mono, a un perro o a un conejillo de Indias practicando con ellos la vivisección para nuestro propio beneficio. Encontraríamos otros medios para curar nuestras heridas, nuestros cuerpos. Pero la curación de la mente es algo por completo distinto. Esa curación tiene lugar  gradualmente si uno está con la naturaleza, con esa naranja en el árbol, con la brizna de hierba que empuja a través del cemento, con los cerros cubiertos, ocultos por las nubes.
Esto no es sentimentalismo ni imaginación romántica, sino la realidad de una relación con todo cuanto vive y se mueve sobre la Tierra. El hombre ha matado millones de ballenas y aún las sigue matando. Todo lo que obtenemos de esa matanza podríamos obtenerlo por otros medios. Pero, al parecer, el hombre gusta de matar cosas, mata al ciervo veloz, a la maravillosa gacela y al gran elefante. Nos gusta matarnos unos a los otros. Este matar a otros seres humanos jamás ha cesado a lo largo de toda la historia del hombre sobre la Tierra. Si pudiéramos (y tenemos que hacerlo) establecer una profunda y perdurable relación con la naturaleza, con los arboles, los arbustos, las flores, la hierba y las rápidas nubes, jamás mataríamos a otro ser humano por ninguna razón. La guerra es el asesinato organizado, y aunque nos manifestemos contra una guerra en particular, jamás nos hemos manifestado contra la guerra en sí. Jamás hemos dicho que matar a otro ser viviente es el más grande pecado de la Tierra.




Durante nuestra vida causamos trastornos en la vida de muchas personas, porque somos imperfectos.
En las esquinas de la vida pronunciamos palabras inadecuadas, hablamos innecesariamente, molestamos.
En las relaciones más cercanas, agredimos tanto voluntaria como involuntariamente. Pero agredimos.
No respetamos los tiempos del otro, la historia del otro. Parece que el mundo gira en torno a nuestros deseos y el otro es sólo un detalle. Y así que vamos a causar trastornos.
Estos muchos trastornos muestran que no estamos listos, pero en construcción.
Ladrillo a ladrillo, el templo de nuestra historia toma forma.
El otro también está en construcción y también causa trastornos.
Y, a veces, un ladrillo cae y nos duele. Otras veces, es cal o cemento ensuciando nuestro rostro. Y cuando no es uno, es otro. Y todo el tiempo tenemos que limpiarnos y cuidarnos nuestras heridas, así como otras personas que viven con nosotros también lo tiene que hacer.
Los errores de los demás, mis errores. Mis errores, los errores de los demás.
Esta es una conclusión fundamental: todas las personas cometen errores. A partir de esta conclusión a la que llegamos a una necesidad humana y cristiana: el perdón.
Perdonar es cuidar de las heridas y suciedades. Entendemos que los trastornos son a menudo involuntarios.
Los errores de los demás son similares a mis errores y que, como caminantes de un viaje, tenemos que mirar hacia adelante. Si nos preocupamos por el ladrillo caído o el polvo, ya no se contempla el horizonte. 
Y será un desperdicio.
La invitación a hacer es que se experimenta la belleza del perdón.
Si me he equivocado, si te he hecho daño, si juzgué mal, perdón para todos estos trastornos ...
Estoy en construcción.

El texto se atribuye a Gabriel Chalita, profesor, escritor y presentador de TV Canção Nova.



Derecho a la vida 
Derecho a la salud
Derecho a la familia
Derecho a la educación
Derecho a la protección especial
Derecho a la participación
Derecho a la identidad

21 de agosto - Día del niño



Cuánto amor