viernes, 9 de junio de 2017

Todo





Jaime Sabines

Y yo te quiero así mía, 
pero tuya al mismo tiempo.



Michael Meets



Mirando el futuro



Invierno



Noches enteras para pensar 


Luna Llena en Sagitario y Júpiter directo



Un día altamente energético. La Luna llena en Sagitario, cuyo dispositor es Júpiter, y el mismo, que inicia su movimiento directo, dándonos un shock energético,que seguramente venimos sintiendo desde anoche. Júpiter en Libra, nos brinda energía sabia para los vínculos que nos hacen bien y nos expanden, y la presencia de Lilith en Sagitario tocando la lunación, nos da ese salvajismo osado que todos necesitamos para animarnos a lo nuevo.
Otro protagonista es Saturno, que a pesar de no estar en conjunción, está muy cerca del Plenilunio, dándonos la energía vital de sentido y foco, de manera responsable y con sentido común. Y la cuadratura con Neptuno nos brinda la sustancia de la cual están hechos los sueños. Y todo nos lleva a tener herramientas para cumplirlos de una buena vez.
Ser optimistas es necesario para activar la Ley de Mentalismo o Ley de Atracción y darle poder a nuestros pensamientos. Pero eso de nada sirve sin un buen plan y sin sentido común y mucho menos sin realismo. Bajar a tierra esos sueños será lo que nos deje satisfechos, realizados y con un sentido de misión cumplida.
Optimismo realista, es muy distinto del optimismo patológico de los que creen que enviando una foto de un billete a 5 amigos, vendrá el dinero del cielo. Optimismo mágico suena hermoso, pero la magia por sí sola no nos acerca a ninguna meta cumplida. Optimismo realista es tener fe, pero accionar. 
"Al que madruga Dios lo ayuda" no tiene que ver con levantarse temprano. Lo que significa esta frase es que el Universo acompaña al que pone todo en su intento, al que sigue, al que persevera, al que siembra y cosecha.
Aquellos que pongan todo, serán los que suban a la Rueda de la Fortuna y lleguen lejos, con el optimismo realista de aquel que sabe con qué cuenta, con que no, y qué debe hacer, con lo que hoy tiene, para acercarse más a donde desea llegar, valorando cada paso dado, reconociendo cada pequeña franja alcanzada.

Julieta Suarez Valente

Mantra poderosa de sanación


Luna llena en Sagitario :: un cambio de perspectiva ::

En unas horas cruzamos el umbral de la Luna llena en el noveno signo de la rueda evolutiva, Sagitario. El Sol en Géminis refleja su luz sobre la Luna en Sagitario, signo del Arquero Celeste. El signo de Sagitario es un centauro, mitad humano, mitad caballo, y es el primero de los signos transpersonales y colectivos de la rueda del zodiaco. Es un signo puente entre el Cielo y la Tierra. Nos habla de la transición entre nuestro instinto animal y nuestra conciencia humana, entre nuestra humanidad y nuestra divinidad. De ahí que sea un signo que abra puertas y horizontes, que nos hable de tierras desconocidas y de la apertura al cambio.




Dentro de la narrativa evolutiva del Zodiaco, entramos en el reino de Sagitario después de haber traspasado las lecciones iniciáticas del signo de Escorpio. El Fuego Sagrado de Sagitario nos habla de un renacer en la luz. La luz de la conciencia.

En Escorpio resucitamos. En Escorpio traspasamos el miedo. Miedo al cambio de conciencia, miedo a ver, miedo a saber, miedo a la verdad. Miedo a la iniciación. Miedo a la muerte necesaria para abrir paso a lo nuevo. La Luna llena en Sagitario alumbra la oscuridad de nuestro inconsciente, nos permite ver más allá del límite de nuestra percepción, abre la visión. Entonces en Sagitario conectamos con el gozo del triunfo de sabernos vivos. Conectamos con la celebración del espíritu que se eleva como Ave Fénix de las cenizas del pasado. Es desde este lugar que conectamos con la confianza y con el propósito. Nos conocemos un poco más. Cada día damos un paso más hacia de la verdad. Se aclara nuestra visión. Confiamos.

Sagitario es el signo de los buscadores, de quienes hacen preguntas, de quienes no temen las respuestas, de quienes desean crecer y evolucionar, de quienes aceptan el cambio. Toda Luna llena es un momento de culminación y de revelación. Esta Luna llena nos pide atención y escucha ya que el cambio está en marcha. De ahí que las semanas entre la Luna nueva en Géminis y la Luna llena de hoy hayan tenido sabor a iniciación. Puede que haya habido alguna intensificación de nuestros miedos o que las voces de nuestra herida se activaran resistentes a este cambio.

El Sol está en Géminis, por lo cual nuestra atención está orientada hacia lo más próximo y cotidiano. Nuestra mente está atenta a lo inmediato – esa conversación pendiente, ese mensaje que tenemos que contestar, esa propuesta que hay que escribir- sin embargo, la Luna llena, nos lleva, aunque sea un momento, al reino de nuestros sueños y visiones, a nuestra conexión con lo sagrado. Nos tomamos un respiro y una distancia de la velocidad del día a día para interrogar nuestras intenciones y propósitos más elevados y proyectarlos en el tiempo. Esta distancia nos invita a alejarnos del ruido y la distracciones de lo mundano y conectarnos con nuestro espíritu. Esta Luna llena nos invita a hacer una pausa y tomarnos un respiro.

Este respiro nos pide que tal vez perdamos menos tiempo en pequeños conflictos y busquemos la fuente y el origen del patrón que se revela en lo próximo. Con la Luna en Sagitario es un buen momento para tocar la puerta de un mentor o mentora, ubicarnos en nuestra narrativa vital para no dejarnos atrapar por lo próximo y contemplar las posibilidades de lo lejano. Una mirada sabia y objetiva que nos ayude a multiplicar nuestra mirada y contemplar opciones creativas es un buen apoyo en estos momentos. Este apoyo no es un substituto de nuestra responsabilidad, es una mirada fresca, de alguien que confíe en nosotros y que no tenga intereses o agendas personales que interfieran con la integridad de su apoyo.

Este respiro también nos pide más contacto con la Tierra, con la Naturaleza, con el Cosmos y las Estrellas. Nos pide tiempo de meditación, lectura de textos nutritivos que nos apoyen en nuestra búsqueda. Nos invita a caminar en la Tierra, anclar la energía, sentir nuestro cuerpo y nuestros pies. Nos convoca a acciones que nos alejen por un tiempo de las distracciones voraces del exceso de mensajes, de telefonía digital, de internet, de películas o series de televisión, o de exceso de clarividencias y psiquismos. Nuestra mente está saturada y sobre estimulada y necesita una pausa.





Estas dos semanas previas a la Luna llena de hoy han probado ser intensas, por no decir abrumadoras. Ha habido un aumento en la presión que ha generado respuestas y reacciones, para algunos inesperadas, para otros desestabilizantes. El proceso se ha expresado a través de un exceso de psiquismo y de agitación mental. La presión ha sido creada por una sobrecarga de información mental que ha precipitado tomas de decisiones necesarias y, en algunos casos, urgentes. Esta información ,combinada con una intensificación del calor interno de nuestro deseo, ha creado algunos cortocircuitos entre nuestras narrativas y direcciones. Lo podríamos resumir, por un lado, con un sí rotundo a la confianza creativa que brota en nuestro corazón, y por otro lado, con la misma intensidad, una negación profunda a esta realización.

Puesto de otra manera, la tensión que se generó en estos pasados días está vinculada al aumento y/o liberación de energía creativa, sexual, libidinal con un límite de tiempo, espacio o recursos para expresarla o canalizarla. El fuego creativo de nuestro deseo, el fuego de nuestro corazón, sabe, sin duda alguna, lo que quiere y necesita. Esta fuerza nos desestabiliza cuando encuentra que no hay un cauce estable y seguro para sostener su poder.

Este fuego si no viene acompañado de acciones íntegras y auténticas para expresarse se hace destructivo. Destructivo en la medida que su propósito es crear, construir. No hablamos de una destrucción en sentido malévolo del término, sino como la expresión de un colapso, como cuando una sistema eléctrico no puede sostener el aumento de carga de la corriente.

Este colapso se expresa como una implosión energética que toma voz de impotencia y frustración y que expresa un miedo – o una ira- existencial a no poder realizar lo que el alma anhela y vino a expresar. Esta implosión es visceral y se expresa en medioambientes psíquicos en los que hemos sufrido abuso y represión en la infancia, en los cuales para sobrevivir hemos decidido callar y silenciar, escondernos y aislarnos. El molde que nos contiene viene codificado de límite, prohibición y peligro, de ahí que cuando el poder del deseo creativo emerge, el sistema colapse. Si este es el caso, la integridad de nuestro cuerpo nos pide pausa, reposo, descanso.

A nivel mental, un acompañamiento libre de juicio, perfeccionismo y exigencia es necesario para que las memorias reprimidas puedan aflorar y ser liberadas. Si no nos acompañamos conscientemente, es probable que el cuerpo enferme para garantizar la pausa para la regeneración necesaria.

En este caso, nuestra salud mental también es vital, ya que al no poder sostener el calor interno y canalizar la energía de manera eficiente a través de nuestro corazón -expresión- este calor sube a la mente. Es probable que muchos hayan pasado por una crisis mental en la que la verdad de nuestro deseo y nuestra voluntad de llevar a cabo cambios creativos importantes estuvo potenciada, ya a la vez voces despiadadas que nos devuelven a la internalización del abuso represivo del pasado. Para muchos este puede haber sido un tiempo de darnos cuenta lo tóxica que puede ser la mente cuando sus espadas solo critican y juzgan. Esta mente despiadada está siendo desplazada por el fuego del amor, de la pasión y de la creatividad, que nos la da fuerza y la esperanza de vivir en el Gozo de Ser.

La explicación a esta sensación de presión es porque la temperatura del fuego ha aumentado. Hemos atravesado una serie de encuentros entre Venus, Urano y Eris en Aries dentro de la narrativa de un Trino de Fuego formado por el Nodo Norte de la Luna en Leo y Saturno en Sagitario. Esta es la voz de un cambio creativo que irá desplegando sus alas en los próximos 18 meses.

Júpiter, planeta regente de Sagitario, está en sus últimos momentos de retrogradación en Libra. Una hora después de la Luna llena recuperará su marcha directa después de cinco meses retrógrado. Eso quiere decir que en plena lunación, Júpiter se estaciona en Libra, signo indeciso por naturaleza, que pondera y equilibra, que busca su centro. Esta Luna llena en Sagitario nos convoca a la calma y a la quietud antes del cambio. El entusiasmo y la confianza que la renovada visión que Sagitario nos da, nos impulsa a abrazar este cambio y a aventurarnos a la acción y, a la misma vez, también hay un llamado a la pausa, la espera y la cautela.

La sincronía de esta posición parece invitarnos a refinar nuestra visión y tomarnos el tiempo necesario para apuntar con precisión hacia nuestra diana. Tal vez no tengamos todas las piezas del rompecabezas sobre la mesa. Tal vez un punto ciego, una duda, nos impide confiar en nuestra visión. Tal vez necesitamos alejarnos de algo o alguien y tomar distancia para ver con más claridad. Tal vez nos falta información. En las próximas semanas, a medida que Júpiter aumente su velocidad, la energía expansiva irá abriéndose.

Por otro lado, la energía de Saturno en conjunción con la Luna en Sagitario, nos llama a equilibrar nuestro deseo de expansión con la contracción de la realidad. Por un lado una fuerza nos inspira a abrirnos en plena confianza, y por otra, una limitación contiene este fuerza. Esta dinámica requiere madurez y maestría, ya que implica saber esperar el momento adecuado, sostener la confianza en medio de sentimientos de desasosiego, medir nuestros pasos, acciones y palabras. Este equilibrio no es fácil en medio de la energía actual, ya que estamos expuestos a un alto nivel de sensibilidad reactiva que nos puede llevar a traspasar límites necesarios y romper vínculos, procesos, abortar proyectos o comprometernos impulsivamente sin medir las consecuencias.




Después de Aries y Leo, Sagitario es el tercer fuego de la Rueda del Zodiaco. En Sagitario cultivamos el fuego del conocimiento, el fuego de la verdad, el fuego estelar, el fuego de la memoria de nuestro origen, de nuestro propósito y de nuestro camino. Bajo esta Luna llena, nuestro camino se ilumina. Si hemos caminado a ciegas, ahora podemos percibir con mayor claridad hacia dónde dar los próximos pasos. Esta claridad nos puede mostrar el camino de la humildad, cuando nos damos cuenta de nuestras interpretaciones intempestivas, cuando nos damos cuenta de nuestra inmadurez, o de nuestra falta de conciencia que nos ha llevado a actuar de una manera que tal vez hoy no elegiríamos. Esta Luna llena nos invita a abrazar esta luz que ilumina nuestra ignorancia e inconsciencia con alegría y gratitud.

Tal vez nos tengamos que reír de nosotros mismos para salir de la trampa del juicio, propio o ajeno. Bajo esta lunación es probable que se despierten voces del pasado que nos recuerden a tiempos y espacios compartidos en la escuela, con maestros, en ciclos de aprendizaje en los que “fallamos” y “fracasamos”, o nos castigaron o avergonzaron. Ceres, arquetipo de la Gran Madre, está en conjunción con el Sol en Géminis, por lo cual tal vez el guión de nuestro primer vínculo, el que formamos con nuestra madre, se revele potente bajo esta Luna mostrando sus ramificaciones y raíces.

La astrología de este año nos habla de la liberación del gozo como voz de un camino íntegro. No hablamos de placeres superfluos ni de disfrutes pasajeros. Hablamos del gozo de caminar fieles a lo que somos, fieles a nuestra verdad, fieles a nuestra expresión. Una fidelidad a la inocencia y pureza imperecedera de nuestra alma que se sostiene a veces digna, a veces vulnerable, a veces vacilante, siempre valiente, en la presencia.

Presente ante la ferocidad y crueldad de un desafío ancestral que intenta dominarnos mediante el miedo, el castigo, la falsa autoridad y el falso poder. Si escuchamos la voz en nuestra cabeza que nos acusa, nos enjuicia, nos disminuye, nos desvaloriza, nos humilla, es tiempo de hacer pausa y estar alertas ya que esta no es la verdad de lo que somos. La verdad es otra y esta Luna llena en el signo de la Búsqueda de la Verdad de Ser nos invita a trascender la pequeña mente polarizada en la comparación, la mente ocupada por el pasado, la mente llena de voces ajenas que parasitan la verdad del ser. Nos invita a honrar el Mar de Estrellas que nos acoge, a pisar firmes en esta Tierra que es nuestro hogar y a recordar quiénes somos en el orden sagrado de las cosas. Todos somos hijos del Sol y de la Tierra. Todos somos un puente entre Cielo y Tierra. Todos somos el fuego que ama.

martes, 6 de junio de 2017

Eckhart Tolle

La mente egotista está completamente condicionada por el pasado. Su condicionamiento es doble y consta de contenido y estructura. 
Para el niño que llora amargamente porque ya no tiene su juguete, éste representa el contenido.
Es intercambiable con cualquier otro contenido, otro juguete u objeto.
El contenido con el cual nos identificamos está condicionado por el entorno, la crianza y la cultura que nos rodea. El hecho de que sea un niño rico o pobre, o que el juguete sea un trozo de madera en forma de animal o un aparato electrónico sofisticado no tiene importancia en lo que se refiere al sufrimiento provocado por su pérdida.
La razón por la que se produce ese sufrimiento agudo está oculta en la palabra "mío" y es estructural.
La compulsión inconsciente de promover nuestra identidad a través de la asociación con un objeto es parte integral de la estructura misma de la mente egotista.
Una de las estructuras mentales básicas a través de la cual entra en existencia el ego, es la identificación.
El vocablo "identificación" viene del latín "ídem" que significa "igual" y "facere" que significa "hacer".
Así, cuando nos identificamos con algo, lo "hacemos igual". 
¿Igual a qué? Igual al yo.
Dotamos a ese algo de un sentido de ser, de tal manera que se convierte en parte de nuestra "identidad".
En uno de los niveles más básicos de identificación están las cosas: el juguete se convierte después en el automóvil, la casa, la ropa, etc. 
Tratamos de hallarnos en las cosas, pero nunca lo logramos del todo y terminamos perdiéndonos en ellas.
Ese es el destino del ego.





Hoy el es el Portal 6.6


La energía fluye a través de nuestro organismo reparando conexiones y sanando memorias kármicas. El 6 es un número asociado a las elecciones. Se abren opciones, y debemos hacernos cargo de lo que elegimos. Elegir es uno de los poderes más potentes que tiene el ser humano. De hecho, nuestra vida actual en lo físico, energético, emocional, financiero, etc, es la suma de muchas elecciones o no elecciones. Mi deseo es que en este Portal, usemos este poder de Elegir con sabiduría y con abundancia.

Julieta Suarez Valente 

Un mundo feliz, la novela del escritor británico Aldous Huxley publicada en 1932, narra la realización de un experimento consistente en producir una organización social feliz a través de la medicalización y la hipnopedia. Quienes dirigen la investigación administran, calculan y controlan procedimientos químicos sobre cultivos humanos que se producen en botellas. Luego adoctrinan a través de la “hipnopedia”, método de manipulación basado en la repetición de frases cortas, que se graban en el cerebro de los niños al nacer y mientras se duerme, para que la gente crea ciertas “verdades”. Se fabricaba un narcótico llamado Soma, droga que se suministraba a los deprimidos para que se evadan de la realidad y “curar” sus penas. El Estado era el encargado del reparto de esta sustancia, una especie de elixir de la felicidad, a fin de controlar las emociones y mantener a las personas contentas, factor necesario para no poner en peligro la estabilidad de la Metrópolis (nombre de la ciudad).
Para el mejor funcionamiento del sistema los seres humanos se dividían en castas: Alfas, Betas, Gammas, Deltas y Epsilons. Los Alfas eran inteligentes, altos y musculosos; los Epsilons bajos, tontos y feos. Ese mundo decidió que los de las castas inferiores se cultivarían por lotes de copias exactas, continuando de por vida siendo tontos e inferiores, para lo cual se agregaban ciertas sustancias en el tubo de ensayo, condenando a estos seres inferiores a un destino “natural” e inamovible.
Este notable texto que se inscribió a comienzos del siglo XX como literatura de ciencia ficción, llevó a su autor a afirmar, unos años después, que muchas de sus imaginadas truculencias se habían convertido en penosas realidades con una rapidez que él no había imaginado. Sostenemos que esa ficción presenta sorprendente similitud con la subjetividad producida por el neoliberalismo, en la que la medicalización de la sociedad es uno de sus determinantes principales. El neoliberalismo es un dispositivo biopolítico que avanza ilimitadamente sobre la cultura y la transforma en un mercado en el que todo tiene un precio. Organizada por los imperativos de consumo, la cultura neoliberal precisa producir una subjetividad narcotizada, que se satisface consumiendo, anhelando una felicidad consistente en aumentar constantemente su riqueza y tener un éxito que siempre va a resultar insuficiente. Las personas son consideradas solo en tanto consumidoras o como recursos humanos a los que hay que evaluar, decidir para qué sirven y en qué pueden convertirse. Lo social se muestra atravesado por la falsa premisa de la meritocracia y la ingenua creencia del empresario de sí mismo, adiestrado en libros de autoayuda y couchings, encubriendo así la realidad inamovible de los privilegios y los destinos de exclusión que se presentan como “naturales”.
En el neoliberalismo la cuantificación y la cifra son ideales orientadores que funcionan como garantías del ser, referenciados en las escalas de valores que establecen los departamentos de venta de las empresas. Ellos imponen los criterios de normalidad, salud y enfermedad, los valores compartidos, hábitos, costumbres y los sentidos que luego serán comunes. Los grandes laboratorios deciden invertir en el desarrollo de medicamentos en función de estrategias de mercado, para lo cual instalan determinadas patologías. Establecen la enfermedad, definen los percentiles de anormalidad y los síntomas que ella incluye, así como la estrategia para la expansión de ese diagnóstico, que en algunos casos constituirán “epidemias”. Realizan una gran campaña de marketing que consiste en sponsorear congresos, publicaciones, capacitaciones, viajes para los profesionales, publicidad, campañas de prevención y difusión, etc. Si consideramos el hecho de que la industria farmacéutica es una de las más poderosas del planeta, es fácil deducir que obtendremos como resultado una cultura cada vez más medicalizada y homogeneizada en una supuesta salud como en una supuesta enfermedad, una verdadera colonización de la subjetividad. La investigación en enfermedades mentales sostenidas por las neurociencias no es el producto de un alma bella dedicada a hacer el bien a la humanidad, sino que se rige por esta lógica de expansión del diagnóstico de determinadas enfermedades articuladas a la venta de remedios.
Consideremos algunos ejemplos. El “ataque de pánico” se puso de moda en los últimos años gracias a una excelente campaña de marketing financiada por los laboratorios. Los síntomas que incluye el “novedoso” cuadro ya fueron agrupados por Freud en 1895 bajo el nombre de neurosis de angustia: hipertensión arterial súbita, taquicardia, dificultad respiratoria, disnea, mareos e inestabilidad, sudoración, vómitos o náuseas.
El llamado trastorno bipolar es un cuadro hace tiempo conocido como psicosis maníaco depresiva, que se ha expandido enormemente en los últimos 20 años por efecto de estas políticas corporativas. Muchísimos sujetos están siendo rediagnosticados como bipolares a partir de la observación de conductas, la evaluación de rendimientos, estableciendo parámetros sintomáticos sin que se realice un diagnóstico estructural.
En el caso de los niños, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), está a la orden del día. El déficit de atención, la hiperactividad e impulsividad son características de la infancia, que fueron elevadas a la categoría de trastorno neurobiológico: un desorden del cerebro. Los neurólogos afirman que es fundamental realizar un diagnóstico temprano para evaluar si tales síntomas se presentan con una intensidad y frecuencia superior a la normal y si interfieren en los ámbitos de su vida escolar familiar y social. ¿Conocen algún niño que no presente estos supuestos síntomas? ¿Cuál es la medida de la normalidad y quién la establece?
El prestigioso neurólogo Fred Baughman denunció ante el Congreso de los Estados Unidos y presentó una demanda de fraude al consumidor en el Estado de California por el falso diagnóstico de TDAH. Niños completamente normales fueron diagnosticados con ficticios desequilibrios químicos cerebrales, y la subsecuente orden médica de tomar drogas. El exceso diagnóstico induce a medicalizar comportamientos que simplemente se separan de la norma, sin ser propiamente trastornos psíquicos.
En nombre de la salud y la normalidad observamos un empuje que lleva a la ciencia hacia el dispositivo del discurso capitalista y produce el plan macabro de una sociedad medicalizada a través de la expansión de diagnósticos en serie y a medida de las necesidades de los grandes laboratorios. Uno de los mayores éxitos del neoliberalismo es haber instalado dos creencias generalizadas que responden sugestivamente a la alianza entre neurociencias e industrias farmacológicas: la de una supuesta normalidad psíquica que se debe alcanzar y que la vía para esa consecución es la medicalización.
Las neurociencias, funcionales al neoliberalismo, de manera autoritaria y lucrativa deciden qué es la salud y la enfermedad, miden la subjetividad, cuantifican la tristeza y definen que estar enamorado es bajar la serotonina a menos del 40 por ciento. La neurona está por todos lados y todas las actividades humanas son susceptibles de estar regidas por una lógica cerebral que hay que medir y medicalizar. Vemos claramente cómo el capital produce subjetividad y se apropia ya no sólo de la plusvalía sino de la verdad del sujeto.
La dimensión subjetiva, la singularidad de un síntoma no pueden localizarse en el sistema nervioso central o en un circuito neuronal que no anda bien. El sufrimiento no se refleja en imágenes de resonancias magnéticas y lo humano no se reduce a los términos de un cerebro ni a las conexiones neuronales. El sujeto del inconsciente es un efecto de los distintos discursos, y no es susceptible de reducirse a las categorías de un mundo uniforme ni cuadra con la razón normativizada, la lógica positivista o la evaluación meramente cuantitativa. El psicoanálisis produjo como novedad un cuerpo erógeno, afectado, que se satisface y cuyo sufrimiento no coincide con el circuito neuronal.
Del mismo modo que en la novela de Huxley, el neoliberalismo instala el ideal de felicidad a través del disciplinamiento, planteando una sociedad medicalizada, fundada en un supuesto funcionamiento normal y regimentado que homogeneiza.
La buena noticia es que la angustia, ese afecto tan humano e inevitable, resiste al medicamento y no se deja domesticar en un diagnóstico estigmatizante. La singularidad de la angustia impide que ningún “Soma” logre el objetivo colonizador de realizar una cultura identificada a la máquina, con un funcionamiento normal, adaptado al mundo del poder. En resumen, la angustia no engaña y en muchos casos permite despertarnos del sueño cientificista que propone la industria farmacéutica.