sábado, 8 de octubre de 2016
Alégrate, pronto vas a estar muerto.
Eso significa que cada momento a partir de ahora, es más precioso; más digno de tu atención, de tu amorosa presencia, de tu gratitud.
El sueño de ‘más tiempo’ puede volvernos complacientes, puede enviarnos a dormir.
El shock de darnos cuenta de nuestra absoluta impermanencia puede despertarnos.
¡Venga! Sé un poco más bobo el día de hoy. Deja que tu corazón lata y sea penetrado hoy. Haz el ridículo en este día. Renuncia a la esperanza de encontrar felicidad en el futuro y ábrete por completo a la alegría de este bendito día, de este único día.
No necesitas más tiempo
para estar presente.
Jeff Foster
Eso significa que cada momento a partir de ahora, es más precioso; más digno de tu atención, de tu amorosa presencia, de tu gratitud.
El sueño de ‘más tiempo’ puede volvernos complacientes, puede enviarnos a dormir.
El shock de darnos cuenta de nuestra absoluta impermanencia puede despertarnos.
¡Venga! Sé un poco más bobo el día de hoy. Deja que tu corazón lata y sea penetrado hoy. Haz el ridículo en este día. Renuncia a la esperanza de encontrar felicidad en el futuro y ábrete por completo a la alegría de este bendito día, de este único día.
No necesitas más tiempo
para estar presente.
Jeff Foster
El amor es libertad. El amor es respeto, aún sobre las diferencias. El amor es acción y es pasión. El amor es convicción, resistencia y cooperación. El amor es cura para el dolor ajeno. El amor es coherente y consecuente cuando es sincero. El amor nos saca del centro y nos pone, sin importar su especie, al lado del otro. El amor es confianza. El amor puede cambiar el mundo, porque el amor no es naif, el amor es lucha y su "arma" más fuerte es la empatía.
Vos podés cambiar el mundo hoy. Vos sos factor de cambio. Si dudas de eso es porque todavía hay un grupo pequeño de personas, con muchos recursos, que día a día intenta desmotivarte y distraerte. Vos, trabajando en equipo, podés cambiar el paradigma de la humanidad.
viernes, 7 de octubre de 2016
Mario Benedetti
De pronto ella dijo: “Por favor, no me acribille con esas miradas de expectativa.” “No tengo otras”, contesté, como un idiota. “Usted quiere saber mi respuesta”, agregó, “y mi respuesta es otra pregunta.” “Pregunte”, dije. “¿Qué quiere decir eso de que usted está enamorado de mí?” Nunca se me había ocurrido que esa pregunta existiera, pero ahí estaba, a mi alcance. “Por favor, Avellaneda, no me haga parecer más ridículo aún. ¿Quiere que le especifique, como un adolescente, en qué consiste estar enamorado?” “No de ningún modo.” “¿Y entonces?” En realidad, yo me estaba haciendo el artista; en el fondo bien sabía qué era lo que ella estaba tratando de decirme. “Bueno”, dijo, “usted no quiere parecer ridículo, pero en cambio no tiene inconveniente en que yo lo parezca. Usted sabe lo que quiero decirle. Estar enamorado puede significar, sobre todo en la jerga masculina, muchas cosas diferentes.” “Tiene razón. Entonces póngale la mejor de esas muchas cosas. A eso me refería ayer, cuando se lo dije.” No era un diálogo de amor, qué esperanza. El ritmo oral parecía corresponder a una conversación entre comerciantes, o entre profesores, o entre políticos, o entre cualesquiera poseederoes de contención y equilibrio. […] “¿Comprende entonces?”, pregunté, sin esperar respuesta. “Mi pretensión, aparte de la muy explicable de sentirme feliz o lo más aproximado a eso, es tratar de que usted también lo sea. Y eso es difícil. Usted tiene todas las condiciones para concurrir a mi felicidad, pero yo tengo muy pocas para concurrir a la suya. Y no crea que me estoy mandando la parte. En otra posición (quiero decir, más bien, en otras edades) lo más correcto sería que yo le ofreciese un noviazgo serio, muy serio, quizá demasiado serio, con una clara perspectiva de casamiento al alcance de la mano. Pero si yo ahora le ofreciese algo semejante, calculo que sería muy egoísta, porque sólo pensaría en mí, y lo que yo más quiero ahora no es pensar en mí sino pensar en usted.[…] Quiero que quede a salvo mi honestidad al decirle que ni ahora ni dentro de unos meses, podré juntar fuerzas como para hablar de matrimonio. Pero -siempre hay un pero- ¿de qué hablar entonces? Yo sé que, por más que usted entienda esto, es difícil, sin embargo, que admita otro planteo. Porque es evidente que existe otro planteo. En ese otro planteo hay cabida para el amor, pero no la hay en cambio para el matrimonio.” Levantó los ojos, pero no interrogaba. Es probable que sólo haya querido ver mi cara al decir eso. Pero, a esa altura, yo ya estaba decidido a no detenerme. “A ese otro planteo, la imaginación popular, que suele ser pobre en denominaciones, lo llama una Aventura o un Programa, y es bastante lógico que usted se asuste un poco. A decir verdad, yo también estoy asustado, nada más que porque tengo miedo de que usted crea que le estoy proponiendo una aventura. Tal vez no me apartaría ni un milímetro de mi centro de sinceridad, si le dijera que lo que estoy buscando denodadamente es un acuerdo, una especie de convenio entre mi amor y su libertad. Ya sé, ya sé. Usted está pensando que la realidad es precisamente la inversa; que lo que yo estoy buscando es justamente su amor y mi libertad. Tiene todo el derecho de pensarlo, pero reconozca que a mi vez tengo todo el derecho de jugármelo todo a una sola carta. Y esa sola carta es la confianza que usted pueda tener en mí.” […] La sonrisa le formaba una especia de rayitos junto a las comisuras de los labios. “Usted me gusta”, dijo.
Recorrí esas callejuelas que jamás caminé contigo.
Porque conmigo ya las he caminado bastante.
Volví a ese hueco que mi memoria me regaló un instante.
Y pensé que el amor más que premio era castigo.
Me busqué una vida y soñé tu cuerpo como estatua.
Regresé a mi arresto en el que te habías hecho perpetua.
Supuse que nada en ti había permanecido intacto.
Deduje que los años dejarían las noches con el silencio adecuado.
Fui tu asesino perfecto y tú mi carnaval desgraciado.
Una a una fuimos arrancando nuestras máscaras venecianas.
Hubo horas de extrañeza, de duras batallas perdidas.
Como soles apagados a plena luz del día.
Confesamos mentiras que inventamos y verdades que no creímos.
Fuiste mi incesto prohibido y yo tu ilusión equivocada.
Permitimos amarnos sin tocarnos, sufrir dolores y gozar con los desgarros.
Dejamos el pasado furtivo como si no nos hubiéramos cruzado.
Poco y nada nos hubo sucedido, la memoria la enterramos en el olvido.
Era tiempo de amarnos y creer que alguna vez pudo ser posible.
Juan Marin
Porque conmigo ya las he caminado bastante.
Volví a ese hueco que mi memoria me regaló un instante.
Y pensé que el amor más que premio era castigo.
Me busqué una vida y soñé tu cuerpo como estatua.
Regresé a mi arresto en el que te habías hecho perpetua.
Supuse que nada en ti había permanecido intacto.
Deduje que los años dejarían las noches con el silencio adecuado.
Fui tu asesino perfecto y tú mi carnaval desgraciado.
Una a una fuimos arrancando nuestras máscaras venecianas.
Hubo horas de extrañeza, de duras batallas perdidas.
Como soles apagados a plena luz del día.
Confesamos mentiras que inventamos y verdades que no creímos.
Fuiste mi incesto prohibido y yo tu ilusión equivocada.
Permitimos amarnos sin tocarnos, sufrir dolores y gozar con los desgarros.
Dejamos el pasado furtivo como si no nos hubiéramos cruzado.
Poco y nada nos hubo sucedido, la memoria la enterramos en el olvido.
Era tiempo de amarnos y creer que alguna vez pudo ser posible.
Juan Marin
jueves, 6 de octubre de 2016
miércoles, 5 de octubre de 2016
martes, 4 de octubre de 2016
lunes, 3 de octubre de 2016
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