“Perdona por pedirte peras,
no sabía que eras un olmo.”
Cuando nos damos cuenta que estamos pidiendo peras al olmo, y que no está en su naturaleza dárnoslas, y que no es por maldad, entonces lo mejor es saludarlo con amor y entender que no podemos intentar abrir puertas donde no hay cerraduras. Entonces, alegremente y con optimismo, vibremos con el peral, para que ese pensamiento semilla nos conecte con él, y cuando encontremos el peral, comeremos las ricas peras.
Dejemos de frustrarnos queriendo que nuestros familiares, parejas, amigos, hijos cambien, entendamos más sus naturalezas.
Todos amamos, sentimos, demostramos y vivimos de manera diferente. Hay tantas formas de amar como personas, y todas esas formas son válidas. Salgamos de nuestro limitado pensamiento en donde la vida es como yo la vivo, porque no es así. Disfrutemos de la sombra del Olmo mientras comemos las peras del peral, todo suma, todo aporta, y todo tiene valor. No podemos pedirle a la sirena que deje de amar al mar o al Indio que deje de amar a la Tierra, pero qué linda combinación es integrar tierra y agua.