viernes, 1 de julio de 2011

¿Quien sos? , le pregunte...


Quien sos le pregunte –una mujer que esta buscando a alguien
- ¿Cuál es tu nombre? quise saber
No tiene importancia –me miró con cierta simpatía- pero estoy apurada.
-Puedo volver a verte
-quizás, ya que voy a estar algún tiempo aquí
-déjame que te lleve
-no por favor, y antes que yo pudiera decir algo me dijo
- no insistas, tal vez haya otra oportunidad, todo llega, gracias.
Se marchó cadenciosamente, me quedé sentado un poco más relajado, la conversación fue insignificante, pero me dio alguna esperanza, de descubrir el enigma de las extrañas mujeres.
Después de mucho tiempo, al fin esa noche pude conciliar el sueño.Fui a buscar a la mujer..La encontre en la calle, apurándome estacione, baje del auto, toque timbre. Me recibió .
Que desea- me preguntó-
Saber quien sos –fue mi respuesta dura y seca-
Ella se sonrió me escudriño –todavía no sabes quien soyse me quedó mirando esperando mi contestación
Claro que no lo sees la primera vez que te veo – fue mi estúpida réplica
Todavía no te has dado cuenta, me viste más veces de las que crees –hizo una pausasuspirome has buscado siempre, y siempre me has visto sin verme, tan ciego estas aún.
Basta de vueltas –desesperadamente alce la vozno te entiendo ¿Quién sos?
Soy una y todas, todas pero única. Soy tus amores y tus odios, tus deseos y tus inapetencias, soy la felicidad y la desdicha, tus sueños y tus pesadillas.
Soy con quien vas a vivir, porque te amo y te odio, soy tu pasado y tu futuro. Soy por quien naciste y por quien morirás, soy tu realidad y ficción, soy tu calma y tu desesperación, la razón y la locura.
Tendrás que convivir conmigo hasta el final, o este es el fin.
La miré con toda la inmensidad de mí ser,  pude ver la verdad en el fondo del precipicio infinito de sus ojos.
Un torrente gélido comenzó a recorrer mis venas, alcance a ver sus labios moviéndose y apenas oír el susurro de su voz como un viento helado.
Vos me buscaste,  siempre complazco a mis amores, tu tiempo término es hora de vivir en mis oscuros y helados territorios.
Y me fui con ella para siempre.....




Amar es arrancarse de las sábanas 
desgarradas por el insomnio.
El amor no es un paraíso de dulzura; 
es el asalto rugiente de una tempestad de fuego y de agua



lunes, 27 de junio de 2011

Eres una maravillosa necesidad...pese a la ferocidad del tiburón


El triángulo amoroso es una de las formas más comunes del amor imposible. En ocasiones uno atraviesa varias fases de lucha consigo mismo. Al principio uno se engaña pensando que puede desembarazarse de ese amor inoportuno, o quizás imbricarlo en el suave tejido de su vida. Pero no tarde en descubrir que ninguna de esas opciones funciona. Entonces uno echa mano de sus principios morales y se siente avergonzado de sí mismo, de tal modo que no le queda más remedio que buscar una solución. Piensa que debe ser leal a su cónyuge y proteger a sus hijos. Que debe obrar conforme a sus principios y apoyarse en los valores que aprendió en su infancia.
La segunda fase le conduce al sorprendente descubrimiento de que la senda moral no siempre da resultado. La pasión persiste, y por más que uno se esfuerce en sentirse lo suficientemente avergonzado para hallar una solución, su amor aumenta y se adentra más en las tinieblas del deseo. Según lo describían los griegos sin sentimentalismos, la diosa del amor es Afrodita, un espíritu que añade una infinita gracia y placer a la vida, que aporta satisfacción sexual al matrimonio y a las relaciones duraderas, pero que prescinde de las estructuras establecidas y provoca celos y separaciones. 


¿Cuál es el propósito de un amor ilícito e inoportuno? ¿Por qué nos enamoramos de alguien justo cuando la vida comienza a tener sentido y nos ofrece diversas satisfacciones? En algunos casos una nueva pasión indica problemas con el cónyuge. O quizá forme parte del largo y complicado proceso que uno experimenta hasta sentir que ocupa el lugar adecuado junto a la pareja idónea. Por otra parte, a veces uno se percata de que la nueva persona no sería una pareja tan satisfactoria como su cónyuge o amante, pero la pasión sigue intensificándose.


Los grandes poetas antiguos insisten en que el amor es esencialmente misterioso, no sólo difícil de desentrañar, sino que encierra implicaciones inabarcables. 
¿Por qué, nos preguntamos, ha aparecido esa persona en mi vida cuando me siento satisfecho de mi matrimonio, cuando ha nacido mi primer hijo o cuando creo haber logrado controlar mi vida? Por más que uno se pregunte “por qué”, no sirve de nada y sólo demuestra que existe otra voluntad u otros designios implicados en el asunto. La pregunta “por qué” no nos aclara el misterio.
En su extraordinario libro sobre el alma y el amor El mito del análisis, James Hillman escribe que el amor imposible atormenta el alma obligándola a alcanzar un nivel superior de percepción. “Antes de que la conexión sea posible, la psique atraviesa la noche oscura del alma, una mortificación en la que siente el paradójico dolor de un inmenso potencial dentro de sí y una sensación de culpabilidad, aislamiento y separación”. 

Yo he contemplado esta explosiva confrontación de deseo y culpabilidad en numerosas personas que sufrían la confusión de un amor imposible. Oscilan entre un extremo y otro, pasan de una vacilante decisión a otra, de una lealtad a otra. La misma inestabilidad de sus pensamientos y sentimientos indica la presencia de la noche oscura y la incapacidad de asumir la actitud necesaria para solventar el problema.
El triángulo amoroso nos obliga a alejarnos de la fusión, según dice Hillman, para recobrar nuestra individualidad, nos guste o no. Como dice el psiquiatra Robert Stein, el amor siempre conlleva el deseo de aparejarse y desaparejarse. El deseo de fusión genera paradójicamente el deseo, a corto o largo plazo, de desconectarse, y ese deseo de separación resulta desconcertante, tanto más cuando la fusión ha propiciado un hogar y una familia. Por lo demás, todo el mundo se refiere a la capacidad del amor de crear relaciones, pero nadie menciona su capacidad de destruirlas.


Del amor de Eduardo Galeano


No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. 
Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.

Arránqueme, Señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desnúdeme.
Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me duermo a la orilla de un abismo.

Me desprendo del abrazo, salgo a la calle.
En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna.
La luna tiene dos noches de edad.


He sido de esas de Anne Sexton


He salido al mundo, una bruja poseída,
rondando el aire negro, más valiente por ello;
soñando el mal, he sobrevolado
las casas planas, de luz en luz:
pobre solitaria, con mis 12 dedos, enajenada.
Una mujer así no es una mujer, lo sé.
Yo he sido de ésas.


He encontrado las cuevas tibias del bosque,
las he llenado de sartenes, esculturas, estantes,
de armarios, sedas, de incontables bienes;
he preparado la cena para gusanos y elfos:
llorando, aullando, ordenando lo que estaba mal.
A una mujer así no se la comprende.
Yo he sido de ésas.

He viajado contigo, carretero, saludando
con los brazos desnudos a los pueblos que pasaban,
aprendiéndome las últimas rutas de la claridad, superviviente
allí donde tus llamas aún muerden mis muslos
y crujen mis costillas bajo la presión de tu carreta.
Una mujer así no se avergüenza de morir.
Yo he sido de ésas.



Cosas de Haruki Murakami


"Ya ves, continuamos viviendo, cada uno a su manera, incluso ahora", pensé. 
Por profunda y fatal que sea la pérdida, por importante que sea lo que nos han arrancado de las manos, aunque nos hayamos convertido en alguien completamente distinto y sólo conservemos, de lo que antes eramos, una fina capa de piel, a pesar de todo, podemos continuar viviendo, así, en silencio.
 Podemos alargar la mano e ir tirando del hilo de los días que nos han destinado, ir dejándolos luego atrás.
En forma de trabajo rutinario, el trabajo de todos los días..., haciendo, según como, una buena actuación. 
Al pensarlo, me sentí terriblemente vacío.
...
Quizá todas las cosas ya estén perdidas de antemano secretamente en algún lugar remoto. 
Al menos existe un lugar tranquilo donde todas las cosas van fundiéndose, unas sobre otras, hasta conformar una única imagen. 
A medida que vamos viviendo no hacemos más que descubrir, una tras otra, como si tirasemos de un hilo muy fino, esas coincidencias. 
Cerré los ojos e intenté recordar el mayor número de cosas bellas pérdidas. Intente retenerlas en mi mano. Aunque sólo fuera un instante".