ATRAVESAR EL INFIERNO – No estoy hablando de creencias (pues, además, al temor que históricamente nos han inculcado respecto de un infierno post-mortem lo veo como nefasto para generar un psiquismo sano; en todo caso la razón por la que no debemos hacer lo que daña no está en un “más allá”: está BIEN ACÁ!). En lo que quiero centrarme es en los distintos “infiernos” que nos toca atravesar en ESTA vida. Quizás alguno de Ustedes esté pasando por allí, con la totalidad de sí o en una parte de quienes son por dentro.
También yo, -como, seguramente, cada un@ de Ustedes-, conozco el mapa del infierno: lo he visitado, me quemé en él la piel interna y me quedaron cicatrices... Sé que la piel luego se regenera, y que esas cicatrices son... a mucha honra! Y otra cosa que aprendí es que el infierno tiene una sola dirección de salida, que es SEGUIR ADELANTE, como en un laberinto. Aunque nos sintamos doloridos, confusos, perdidos...
Elaborar, resolver, apoyarse en quienes sepan acompañarnos para que nos ayuden a sobrellevarlo. Confiar en nuestra fuerza interna. Y nunca, nunca, sentarse en una silla de amianto para arder en sus llamas como si ESO fuera “nuestro destino”. Porque los infiernos personales son sólo UN LUGAR DE TRÁNSITO en el complejo laberinto del vivir. Y salir de ellos nos vuelve más fuertes, emocionalmente más hábiles para degustar y generar los EDENES POSIBLES: instantes, gestos, vínculos, logros, disfrutes, creaciones... que hacen de esta vida algo que vale la pena. Ser experto en infiernos puede implicar volverse un excelente artesano de endenes. De nosotros depende.