¿Qué otra vida me queda por morir?
Sí morir me sirvió para nacer tantas veces
y volver a experimentar lo nuevo
aprender a caminar,
aprender a hablar,
aprender a escribir.
Un giro, luego dos...quizás tres
suficientemente certeros
para comprender que cada uno de ellos
existió para ser parte de un todo.
Otra vez aquí
con otro cuerpo, con otro nombre, con otra misión.
Apreciando el mismo aroma,
la misma textura,
el mismo sabor,
el mismo sonido,
las mismas imágenes,
pero aunque todo parezca igual,
nada es lo mismo;
de eso se trata muchas veces
advertir cuando las pieles se han despojado netamente,
capa por capa
hasta la profundidad…
Recién allí cuando
nauseabundamente
se ha logrado palpar cada uno de los sentidos,
se puede saber que los ojos
han aprendido a mirar eternamente.