sábado, 15 de junio de 2019


quierete bien
sin dejarte atrás 
piensa en aquello que te hace bien
y cumplelo. 









Y ahí va la vida enseñándonos a ser. 
Aprendiendonos a dar.

Recuperemos la empatía.

De qué modo alimentamos nuestra mente. Cómo se nutre la imaginación. Cuáles son los últimos pensamientos que procesamos antes de dormir. ¿Vale exponerse a la información masificada sin filtros? Selecciona para luego accionar. La cabeza, también, dirige las emociones.
Podes cuidar el cuerpo, pero no olvides de proteger la mente es el volante de tu coche.


Es sábado, ¿pero acaso importa ubicarse en el tiempo? Aquí no rige el calendario gregoriano ni el ordenamiento histórico de los hechos. Aquí no existen las pautas socialmente estructuradas. Aquí nadie controla el ritmo de las horas ni la identificación de los objetos por su nombre. Aquí no existe la guerra ni los límites fronterizos. Aquí no inventaron el dinero ni las escalas de valores económicos. Aquí no hay competencia de egos ni de pertenencias. 
De este lado importan otras cosas. La textura de las formas. La diversidad de los colores. Las ondas vibracionales. Las energías expansivas visiblemente geométricas. El camino de las estrellas. La interacción con la luna. Y la conexión con otros planetas de manera despojada. Todo es distinto de este lado, si Gaia cambia, puede verse tan linda desde Marte.

Carol C



#LunaenEscorpio ¿Por qué nos maldecimos?

Tenemos mucho por agradecer pero aún así vivimos lanzándonos dardos venenosos constantemente. Por lo que no somos, por lo que no tenemos, por las oportunidades que no llegan y por los caminos que elegimos, reprochándonos y acusándonos, y amargándonos por todo. Y nos maldecimos, una y otra vez, cada vez que nos miramos y nos llamamos feos, incapaces, inútiles, viejos o poca cosa, el ojo crítico enfocando en el defecto, el error, lo malo. 
Maldecirnos angustia a nuestro campo energético y a nuestras células, depletándolas de energía vital, igual que a una planta que no le hablamos lindo, nuestro cuerpo responde al maltrato también. Una nube negra se apodera de nosotros y los emisores de la misma somos nosotros mismos. ¿Y si recuperamos la gentileza un poquito más y la amabilidad? La energía es propicia para un comienzo de buen trato hacia lo más preciado, la vida misma.

Julieta Suárez Valente 



viernes, 14 de junio de 2019

Uno


Samadhi 💫





Vivee!







Escuché que a tu llama gemela, la sueñas antes de conocerla. Llama gemela o alma gemela significa que son la misma alma dividida en dos. Viven en 2 cuerpos diferentes, uno es el gemelo espiritual y el otro el terrenal o de matrix. Se encuentran y su energia es tan fuerte que produce que se separen. Está separación es por motivos de crecimiento y aprendizaje.
El gemelo espiritual puede ser femenino o masculino. Busca evolucionar, amarse a sí mismo. Produce el acercamiento nuevamente hacia su gemelo terrenal. Hagas lo que hagas es imposible olvidarse del otro, el sentimiento no parece de este plano. Es una atracción constante.

Mónica C.


jueves, 13 de junio de 2019

¿Cuál es el sentido de nuestra existencia?
- El que cada uno quiera darle.
¿Cómo poder escuchar la voz de nuestra alma?
- Cuando los pensamientos desvanezcan y el silencio hable.
¿Cómo saber si estoy en el camino correcto?
- Todos los caminos son correctos, todos te llevan a encontrarte.
¿Por qué siento que el mundo actual está a punto de derrumbarse?
- El mundo depende de tu mirada,
eres tú la que está a punto de transformarse.
¿Y por qué tengo la sensación que no encajo en este mundo?
- Porque sigues viviendo en el mundo que te vendieron,
pero hay muchos mundos dentro de este mundo,
donde tu alma puede ser feliz y realizarse.
¿Por qué tenemos tanto miedo a lo desconocido?
- El miedo solo es un indicador de que
al otro lado te espera algo muy grande.
¿Por qué necesito hacerle tantas preguntas?
- Tienes que confiar más en ti misma,
tu alma ya todas las respuestas sabe.
¿Tiene algún otro consejo para darme?
- Convierte tu vida en una obra de arte.



13 de junio 💗 Día del escritor

Amanezco en silencio. 
Tomo el mate lavado. 
Postergo el hambre. 
Aguanto hacer pis. 
Hasta suspendo salidas.
Cuando entro en el mundo de las palabras 
todo puede esperar.





martes, 11 de junio de 2019

Todo el que disfruta cree que lo que importa del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla. He aquí la diferencia entre los que creen y los que disfrutan”. Friedrich Nietzsche




lunes, 10 de junio de 2019

El SAHUMO, la medicina de las plantas, gira en torno a nuestro campo de sueños
para recordarnos como volver a fluir dentro de la Gran corriente de la vida.
Las plantas encienden nuestro cuerpo medicina.
Nos recuerdan algo fundamental: hay medicina en el alma y necesitamos aprender sanar con  ella.
Las plantas se toman su tiempo en la oscuridad de la tierra para asentarse,
brotar, crecer, dar fruto y marchitarse para volver a nacer.
Los seres humanos también atravesamos estos ciclos vitales.
A diferencia de las plantas, que jamás se detienen en su fluir,
los seres humanos nos estancamos por traumas, rencores, duelos, etc. Y detenemos nuestra experiencia.
Esta detención la conocemos como desanimo, mal estar, desasosiego, incapacidad, enfermedad.
Para la medicina del alma, la enfermedad no significa que algo esté “mal”, sino que puede y necesita ser transformado: devuelto al origen.
Cada sesión de sahúmo es una oportunidad de encender tu cuerpo medicina, de pausar la mente.
Sin pausa no hay movimiento, sin movimiento no hay sanacion.

Susy 

Interpretar o vivir

🌺🐝🌺


domingo, 9 de junio de 2019

Primero escupió, luego expulsó los restos de humo agazapado en sus pulmones y finalmente lanzó al agua, propulsándola con sus dedos, la colilla mínima del cigarro. El escozor que sintió en la piel lo había devuelto a la realidad y, de regreso al mundo, pensó cuánto le hubiera gustado saber la razón verdadera por la cual estaba allí, frente al mar, dispuesto a emprender un impredecible viaje al pasado. 
Internamente un juego de emociones se disipó, pero regresó con énfasis. Tónico hacia aquello que con exactitud, todavía, no sabía descifrar. El viento frío y húmedo de la tarde movió, sin permiso, las aguas que se aproximaban a la orilla. Estaba en el puerto de Génova, en aquel lugar donde partieron sus tatarabuelos italianos. Cerró los ojos e imagino cómo fue esa despedida. Un sombrero. O quizás un pañuelo en el cuello. Algunas pertenencias. Más un bolso de mano, lleno de nostalgia y esperanzas. Al igual que una pintura, la imagen visualizada, permaneció en el aire sin esfumarse…

De repente:

— Il signor vuole un ombrello, la pioggia sta arrivando (1)
— Buon pomeriggio, è vero — y miró el cielo — quanto costa? 
— 5 euro, signor 
— Bene, dammi questo nero…grazie

Un par de nubarrones grises trajeron varias gotas desvergonzadas. Abrió el paraguas negro, bajo la mirada, y camino hacía el bar. Quizás buscando calidez tras un reconfortante capuchino. Encendió otro cigarro, mientras la nostalgia disfrazada de frescos recuerdos, lo hizo pensar si el viaje en el que se había embarcado también iría hacia un futuro con sabor a melancolía.

(1) — Señor, quiere un paraguas, viene la lluvia. 
— Buenas tardes, es verdad, ¿cuánto sale? 
— 5 euros, señor 
— Bien, deme este negro…gracias

Carol C.



Primero escupió, luego expulsó los restos del humo agazapado en sus pulmones y finalmente lanzó al agua, propulsándola con sus dedos, la colilla mínima del cigarro. El escozor que sintió en la piel lo había devuelto a la realidad y, de regreso al adolorido mundo de los vivos, pensó cuánto le hubiera gustado saber la razón verdadera por la cual estaba allí, frente al mar, dispuesto a emprender un imprevisible viaje al pasado. Entonces empezó a convencerse de que muchas de las preguntas que se iba a hacer desde ese instante no tendrían respuestas, pero lo tranquilizó recordar cómo algo similar había ocurrido con muchas otras preguntas arrastradas a lo largo y ancho de su existencia, hasta llegar a aceptar la maligna evidencia de que debía resignarse a vivir con más interrogantes que certezas, con más pérdidas que ganancias. Tal vez por eso ya no era policía y cada día creía en menos cosas, se dijo, y se llevó otro cigarro a los labios.

La brisa amable, proveniente de la pequeña caleta, resultaba una bendición en medio del calor del verano, pero Mario Conde había escogido el breve tramo del malecón beneficiado con la sombra de unas viejísimas casuarinas por motivos más bien ajenos al sol y el calor. Sentado en el muro, con los pies colgando hacia los arrecifes, había disfrutado la sensación de hallarse libre de la tiranía del tiempo y gozó con la idea de que podía pasar en aquel preciso lugar el resto de su vida, dedicado únicamente a pensar, a recordar y a mirar el mar, tan apacible. Y, si venía alguna buena idea, incluso ponerse a escribir, pues en su paraíso personal el Conde había hecho del mar, de sus efluvios y rumores, la escenografía perfecta para los fantasmas de su espíritu y de su empecinada memoria, entre los que sobrevivía, como un náufrago obstinado, la imagen almibarada de verse viviendo en una casa de madera, frente al mar, dedicado por las mañanas a escribir, por las tardes a pescar y a nadar y por las noches a hacerle el amor a una mujer tierna y conmovedora, con el pelo húmedo por la ducha reciente y el olor del jabón combatiendo con los aromas propios de la piel dorada por el sol. Y aunque hacía bastantes años la realidad había devorado aquel sueño con esa vehemencia cruel tan propia de la realidad, el Conde no lograba comprender por qué seguía aferrado a esa imagen, al principio muy vívida y fotográfica, y de la cual, ahora, apenas era capaz de distinguir luces y destellos difusos, salidos de una mediocre paleta impresionista.

Extracto de Adiós, Hemingway, de Leonardo Padura.