domingo, 26 de marzo de 2023


 


LAS HOJAS NO SE CAEN...SE SUELTAN

Siempre me ha aparecido espectacular la caída de una hoja.
Ahora, sin embargo, me doy cuenta que ninguna hoja se cae.
Sino, que llegado el escenario del Otoño  inicia la danza  maravillosa de soltarse.
Cada hoja que se suelta, es una invitación a nuestra predisposición al Desprendimiento.
Las hojas no se caen, se desprenden en un gesto supremo de generosidad y profundo de sabiduría:
La hoja que no se aferra a la rama y se lanza al vacío del aire
sabe del latido profundo de una vida que está siempre en movimiento y en actitud de renovación.
La hoja que se suelta comprende y acepta que el espacio vacío dejado por ella es la matriz generosa que albergará el brote de una nueva hoja.
La coreografía de las hojas soltándose y abandonandose a la sinfonía del viento traza un indecible canto de libertad y supone una interpelación constante y contundente  para todos y cada uno de los árboles humanos que somos nosotros.
Cada hoja al aire que me está susurrando al oído del alma 
¡Suéltate, entrégate, abandónate y confía!
Cada hoja que se desprende, queda unida invisible y sutilmente a la brisa de su propia entrega y libertad.
Con éste gesto la hoja realiza su más impresionante movimiento de creatividad ya que con él está gestando el irrumpir de una próxima primavera.
Reconozco y confieso públicamente, ante este público de hojas moviéndose al compás del aire de la mañana, que soy un árbol al que le cuesta soltar muchas de sus hojas.
Tengo miedo ante la incertidumbre del nuevo brote.
Me siento tan cómodo y seguro con éstas hojas predecibles, con estos hábitos perennes, con éstas conductas fijadas, con estos pensamientos arraigados, con este entorno ya conocido...
Quiero, en este tiempo, sumarme a esa sabiduría, generosidad y belleza de las hojas que "se dejan caer".
Quiero lanzarme a éste abismo otoñal que me sumerge en un auténtico espacio de fé, confianza, esplendidez y donación.
Sé que cuando soy yo quien se suelta, desde su propia consciencia y libertad, el desprenderse de la rama es mucho menos doloroso y más hermoso.
Sólo las hojas que se resisten, que niegan lo obvio, tendrán que ser arrancadas por un viento mucho más agresivo e impetuoso y caerán al suelo por el peso de su propio dolor.

José María Toro
La Sabiduría del Corazón.