¡HAZTE ADICTO/A...A LA PAZ!
Todas las adicciones son distracciones.
Distracciones de pensamientos y sentimientos incómodos,
estresantes, incluso tortuosos en la mente y el cuerpo.
Buscando una "dosis" de insoportable afecto.
Buscando alivio para el dolor de ser humano.
Podemos volvernos adictos a lo que sea, por supuesto.
Drogas. Alcohol. Internet. Compras.
Apostar. Sexo. Trabajo. Espiritualidad.
Otra persona. Podemos confundir adicción con amor.
Podemos incluso volvernos adictos a nuestra forma de pensar.
A vivir en nuestra mente, en fantasías,
sueños y falsas esperanzas,
desconectándonos del cuerpo y de la Tierra.
Todas las adicciones son distracciones.
Distracciones de nosotros mismos.
Nos dividimos en dos, y buscamos alivio.
Nos abandonamos a nosotros mismos, y buscamos consuelo.
Dejamos el presente, y buscamos totalidad en el futuro.
Nos negamos a nosotros mismos, e intentamos alcanzar a un Dios externo.
Dentro de una botella. Una aguja. Un centro comercial.
Un casino. Un ashram. Un amante. nuestras mentes.
Buscando descanso en lugares donde jamás lo encontraremos.
Buscando paz en lugares donde la paz jamás será encontrada.
Porque el descanso verdadero sólo puede ser descubierto
cuando revertimos la búsqueda,
ponemos el anhelo de cabeza,
y nos volcamos hacia nuestro dolor.
Y nos volvemos curiosos.
Invitando a la atención a sumergirse en el desastre de nuestra experiencia.
Empapando nuestras heridas con consciencia amorosa.
Y respiramos. Y nos damos espacio. Y calidez.
y comenzamos a hacer espacio en nosotros mismos
para nuestra tristeza, nuestro dolor, nuestro miedo,
nuestra culpa, nuestra ira, nuestra vergüenza.
Nuestra alegría y regocijo también.
Y saturamos a nuestra "víctima" con compasión.
E infundimos a nuestra "incompletitud" con amor.
Y sumergimos nuestra "carencia" en gran ternura.
Dejamos de buscar afuera, ves,
y comenzamos a buscar dentro de nosotros mismos
el poder y la gloria.
Y la adicción a "otro" comienza a romperse.
Y empezamos a enamorarnos con lo que está aquí,
incluso si duele, incluso si quema,
incluso si nos sentimos asustados y solos a veces.
Y podemos pedirle a un querido amigo que nos sostenga.
Y podemos pedirle al Universo que nos atrape.
Caemos en la Confianza.
Caemos en Dios.
Encontramos el Coraje para estar Presentes
con Lo que está Aquí.
Nuestra adicción se revierte:
¡Nos volvemos adictos a la Paz!
¡Nos volvemos adictos al Ahora!
A la Intimidad con toda experiencia.
A la Divina Calidez de nosotros mismos.
A este Lugar Sagrado que Nunca fue Adicto.
A esta sensación de Hogar.
- Jeff Foster
Todas las adicciones son distracciones.
Distracciones de pensamientos y sentimientos incómodos,
estresantes, incluso tortuosos en la mente y el cuerpo.
Buscando una "dosis" de insoportable afecto.
Buscando alivio para el dolor de ser humano.
Podemos volvernos adictos a lo que sea, por supuesto.
Drogas. Alcohol. Internet. Compras.
Apostar. Sexo. Trabajo. Espiritualidad.
Otra persona. Podemos confundir adicción con amor.
Podemos incluso volvernos adictos a nuestra forma de pensar.
A vivir en nuestra mente, en fantasías,
sueños y falsas esperanzas,
desconectándonos del cuerpo y de la Tierra.
Todas las adicciones son distracciones.
Distracciones de nosotros mismos.
Nos dividimos en dos, y buscamos alivio.
Nos abandonamos a nosotros mismos, y buscamos consuelo.
Dejamos el presente, y buscamos totalidad en el futuro.
Nos negamos a nosotros mismos, e intentamos alcanzar a un Dios externo.
Dentro de una botella. Una aguja. Un centro comercial.
Un casino. Un ashram. Un amante. nuestras mentes.
Buscando descanso en lugares donde jamás lo encontraremos.
Buscando paz en lugares donde la paz jamás será encontrada.
Porque el descanso verdadero sólo puede ser descubierto
cuando revertimos la búsqueda,
ponemos el anhelo de cabeza,
y nos volcamos hacia nuestro dolor.
Y nos volvemos curiosos.
Invitando a la atención a sumergirse en el desastre de nuestra experiencia.
Empapando nuestras heridas con consciencia amorosa.
Y respiramos. Y nos damos espacio. Y calidez.
y comenzamos a hacer espacio en nosotros mismos
para nuestra tristeza, nuestro dolor, nuestro miedo,
nuestra culpa, nuestra ira, nuestra vergüenza.
Nuestra alegría y regocijo también.
Y saturamos a nuestra "víctima" con compasión.
E infundimos a nuestra "incompletitud" con amor.
Y sumergimos nuestra "carencia" en gran ternura.
Dejamos de buscar afuera, ves,
y comenzamos a buscar dentro de nosotros mismos
el poder y la gloria.
Y la adicción a "otro" comienza a romperse.
Y empezamos a enamorarnos con lo que está aquí,
incluso si duele, incluso si quema,
incluso si nos sentimos asustados y solos a veces.
Y podemos pedirle a un querido amigo que nos sostenga.
Y podemos pedirle al Universo que nos atrape.
Caemos en la Confianza.
Caemos en Dios.
Encontramos el Coraje para estar Presentes
con Lo que está Aquí.
Nuestra adicción se revierte:
¡Nos volvemos adictos a la Paz!
¡Nos volvemos adictos al Ahora!
A la Intimidad con toda experiencia.
A la Divina Calidez de nosotros mismos.
A este Lugar Sagrado que Nunca fue Adicto.
A esta sensación de Hogar.
- Jeff Foster
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