jueves, 24 de febrero de 2011


Hiriendo el mosto aire , cristalizando el vapor enfermo de las mentiras voces.
Pulverizando las costas del Medio, Oriente, Occidente, 
de tus labios transparentes.
Sombras y más sombras danzando; 
son elegancias al costado del océano infinito y profundo de las oscuridades térmicas.
Magníficos abortos de sutiles bellas, 
que astillan las iris grises de la paciencia humilde, 
de los mediocres días desafortunados.
Suicidas impuntuales de las poesías miserables...

No teman al saltar ríos de fuegos místicos,
rocas de maderas y espinas sagradas,
muérdagos llenos de arcángeles sin bautizar y
huesos de plantas caprichosas.
Miro las estrellas, 
trato de seducirlas, 
muero en varios intentos.
Muerdo la sal y la arena que se le cae al sol de los puertos de mi subconciencia,
menta, fina que alivia y muta en voz.
Mírame, 
entre lineas oculares,
destila el sabor etílico del amor 
e ilustra la arquitectura romántica del infierno celestial desteñido

.



Quemadome 
en las hogueras de los idiomas sordos, mudos, hemiplegicos 
de las creaciones voluminosas 
de esta noche sedienta 
que derretía letras.

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