El tema de las almas gemelas ha suscitado siempre un especial interés.
Es un tema generalmente envuelto por una aureola romántico folclórica que poco tiene que ver con la realidad.
La realidad es que almas gemelas es lo que define a la humanidad: todos somos almas gemelas de todos, todos estamos aquí formando una unidad de evolución. Somos el género humano: generamos, creamos, nos relacionamos.
Sin embargo, la ley de afinidad es una de las más poderosas que operan en nuestra trayectoria evolutiva, tanto de misión como de aprendizaje.
En ese sentido, encarnamos en la tercera dimensión dentro de una familia energética que incluye el entorno familiar, social, laboral y sentimental.
Somos y pertenecemos a una especie de "tribu" energética formada por muchas, muchas almas, encarnadas en cuerpos y unidas por un sistema de red lumínica que nos enlaza todos.
Esta tribu energética amalgama a todas las personas con la que nos vayamos encontrando a lo largo de cada existencia, de cada vida: serán todas las personas con las que vayamos a mantener una relación, ya sea esta relación corta, larga, positiva, intensa, superficial, dolorosa, momentánea o duradera, familiar, sentimental, de compromiso.. . ni una sola de nuestras relaciones es casual sino causal. Ni siquiera lo aparentemente sin importancia deja de ser importante.
Un solo cruce de miradas con un desconocido que jamás volveremos a ver puede ser importante, de vital importancia, ya que no solo nos comunicamos e intercambiamos experiencias con el trato, las palabras o los gestos, existe otros tipos de intercambios y ayudas: los energéticos.
Permanentemente vivimos dentro de un campo energético llamado aura. Este campo energético está compuesto por miles y miles de filamentos o canales que están permanentemente activos. En estos canales se encuentra multitud de información y gran cantidad de posibilidades de información, intercambio, conexiones, posibilidades, limitaciones, atributos, dones, capacidades, etc.
A nivel frecuencia, una simple mirada con un desconocido que pase por nuestro lado puede tener una trascendental importancia para nuestro proceso evolutivo. Este proceso no es intelectual, es más, apenas podemos comprenderlo con la mente, ni siquiera llegar a atisbar la importancia del posible intercambio de información recibido.
Se puede decir que cada persona con la que nos relacionamos es un enlace más de posibilidad para la propia evolución, ya que se dan intercambios energéticos que van abriendo puntuales oportunidades de aprendizaje, de enseñanza, de ayudas, de facilidades.
Cuanto más íntima sea la relación, cuanto más frecuente sea la unión y más circunstancias y vivencias se compartan, más conexión se intercambia, más afinidad o rechazo se establece.
Este es el motivo por el cual algunas de nuestras relaciones permanecen para siempre y otras solo son transitorias: a nivel energético, el intercambio que se tenía que dar cumple su cometido y los enlaces se debilitan, no siendo ya necesario que siga existiendo la conexión en el plano físico; a nivel sutil, energético, de sistema de red lumínica, esta conexión seguirá estando.
Es como, por ejemplo, un complicadísimo, delicado y precioso sistema de luz eléctrica: la instalación de grandes dimensiones para abastecer una Amplísima zona puede contar con cientos de cables, montones de interruptores e infinidad de terminales. Sin embargo, aunque dichas conexiones siempre están relacionadas entere sí, no todas lo hacen a la vez ni cumplen el mismo cometido.
DIFERENCIA ENTRE ALMAS GEMELAS Y ESPIRITUS AFINES
De entre todas nuestras conexiones, por Ley de Afinidad, existen unas más definidas que otras. En este sentido, el entramado más afín será aquel que tenga más similitud energética y sobre todo el que reúna cualidades parecidas y en ocasiones incluso idénticas; son los llamados espíritus afines.
Los espíritus afines siempre son una bendición; nos los encontramos en cada existencia como personas muy cercanas a nosotros y cuyo vínculo nos llega directamente al corazón. Podemos reconocerlos con facilidad porque nuestro corazón salta de alegría con su sola presencia.
Un espíritu afín puede estar encarnado en alguien de tu familia, y la relación con él o ella es especialmente alegre, de facilidad y felicidad, de apoyo e incondicional.
Cuando se pierde un espíritu afín se siente un gran vacío, como si el dolor mismo por su ausencia te viniera directamente del alma. Y en realidad es así. Cuando nos encontramos con un espíritu afín encarnado en el ámbito de las amistades, se produce un reconocimiento instantáneo y se da una afinidad en ambas direcciones que hace que de repente, casi instantáneamente, se salten las barreras de tiempo y espacio y te parece "que conoces a esa persona de toda la vida", y así es, aunque no es de toda la vida sino de todas las vidas. La confianza es instantánea y también se siente mucho regocijo, alegría y felicidad.
Esto es así porque las almas de los espíritus afines están muy cerca la una de la otra y el vínculo es muy estrecho y antiguo: llevan vidas y vidas encontrándose para apoyarse mutuamente.
Sin embargo, el alma gemela es mucho más que un espíritu afín: es el más afín de los espíritus. Es tu otra mitad. Es aquella parte de tu mismo ser antes de que tu ser decidiera venir a experimentar , aprender o estar en misión a un mundo, en cuya realidad existe en acción una ley: la Ley de Opuestos, la dualidad, la polaridad entre sexos diferentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario