En estos tiempos Escorpianos, de crisis, se proyectan dos miradas diferentes. Está el que se entrega hasta el hueso en su cambio, en sus finales, en sus ciclos y su aprendizaje, el que capitaliza las experiencias y las incorpora a su sabiduría, aún cuando haya habido dolor. Y están los que se enojan, los que envían energía negativa a otros que sienten que les está yendo mejor, los que envidian, los que se victimizan y los que sienten que la vida es una fiesta y no los invitaron. El primer grupo puede aprender a romper su rueda de repetición, porque se hace cargo, y el segundo grupo seguirá sufriendo experiencias de carencias o frustraciones porque sólo mira al otro como el culpable de sus males y no se puede ver. Estamos navegando los últimos grados del Sol Escorpiano. Aguas oscuras y densas, propias, kármicas, nuestras. De nosotros depende meternos hasta el hueso en este fango, arrojarnos desde el barco para nadar, experimentar lo que deba ser, o mirar desde el barco, con el dedo acusador levantado, echándole la culpa al país, a los padres, a la sociedad, o a quien sea por sus carencias, frustraciones y pobreza emocional. Aún en la oscuridad, emanemos esperanza, no envidias, celos, rabias y frustraciones que contaminan e infectan el entorno. Seamos canales de esperanza aún en lo más negro de la noche.
Fuente: Julieta S.V.
Fuente: Julieta S.V.
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