Ella tenia la esencia de las fresias, de todas las primaveras del mundo en sus labios. Poseía ojos tan profundos que un mar espejado habitaba ahí dentro. Sabia elegir los colores y sus lágrimas.
La imagino caminar debajo del sol.
La observo sigilosamente, casi como vigilandola, como una fiera a su presa a punto de atacar.
La observo sigilosamente, casi como vigilandola, como una fiera a su presa a punto de atacar.
Pero la distancia en años, tiempos y espacios, me alejan de la verdad que desangra por los poros de cada palabra nunca dicha...
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