Según el evangelio de San Mateo, cuando reinaba Herodes en Judea, los Reyes Magos se dirigieron a Belén a adorar al mesías, guiados por una estrella. Cuando Herodes se enteró de lo ocurrido, y ante el temor de perder su trono, intentó por todos los medios localizar al niño Jesús para deshacerse de él. Así, pidió a los Reyes Magos que al regresar, le informaran de su localización. Sin embargo, éstos recibieron un mensaje de Dios, avisándoles de las intenciones que tenía Herodes y no regresaron. Fue entonces cuando al no saber cuál de los niños era Jesús, mandó matar a todos los menores de dos años. Jesús se salvó, gracias a un ángel que se le apareció a José, y le advirtió del peligro que corrían. A pesar de la gravedad de lo acontecido, el hecho de que quizás, Herodes vivió durante muchos años pensando que había acabado con el niño Jesús, dio origen a la tradición de divertirse a costa de engañar a otras personas.
Desde entonces, la Iglesia Católica conmemora cada 28 de diciembre la fiesta de los Santos Inocentes, para recordar las crueles muertes infantiles.
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