miércoles, 30 de enero de 2013

De Don Juan Matus en Relatos de Poder, de Carlos Castaneda


Un guerrero toma su suerte, sea la que sea, y la acepta con la humildad máxima. La humildad del guerrero no es la humildad de un pordiosero. El guerrero no agacha su cabeza ante nadie, pero, al mismo tiempo, tampoco permite que nadie agache su cabeza ante él.






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