Hay una chicana recurrente – consciente o inconsciente – que suele introducirse en algún que otro diálogo entre mujeres. Basta que una mujer sin hijos haga algún comentario acerca de las dificultades de su vida cotidiana para que “salte” a su yugular alguna madre argentina con el latiguillo “vos porque no sabés lo que es la vida cuando tenés hijos”. Seguramente la aludida no lo sabe porque no los tiene pero es probable que su realidad sea complicada como la de aquella que sí los tiene, sólo que de manera diferente. Cada persona es un mundo y vive cómo puede. Juzgar al otro no suele ser buen negocio para nadie.
La sociedad argentina tiende a estigmatizar a la mujer sin descendencia como alguien que no está “realizado”. Esto tiene que ver con el mandato social de que una mujer no puede alcanzar la completitud si no ha tenido hijos. Existe una suerte de condena social perversa, sobre todo de algunas mujeres a sus congéneres, algo parecido a lo que ocurría hasta hace unos años con las de más de 30 que nunca se habían casado o convivido.
Si alguna vez fueron a un reencuentro de compañeros de escuela habrán visto este cuadro: la mayoría de las mujeres de más de 35 muestran fotos de sus hijos. Y las que no tienen chicos suelen no hablar de sus sobrinos, trabajos o perros a menos que los demás les hagan lugar para ello. Seguro que no hay mala intención en este desigual reparto de atención pero siempre subyace la idea de que, puestos sobre la mesa, los “logros” no maternos son menores.
Es el mandato social el que indica que hay que tener hijos. Si bien la mayoría de los psicólogos da por tierra con la teoría del instinto materno en los humanos – a diferencia de los animales – una mujer que reconoce que no desea tener descendencia suele ser mirada con escepticismo y acusada de egoísta o insensible.
Moraleja: vivir y dejar vivir. Se puede no tener hijos de la manera tradicional y tenerlos de muchas maneras “no convencionales”: adoptando, ayudando en un hogar y otras miles de variables posibles.
¿Alguna vez te dijeron “vos porque no tenés hijos?”
La sociedad argentina tiende a estigmatizar a la mujer sin descendencia como alguien que no está “realizado”. Esto tiene que ver con el mandato social de que una mujer no puede alcanzar la completitud si no ha tenido hijos. Existe una suerte de condena social perversa, sobre todo de algunas mujeres a sus congéneres, algo parecido a lo que ocurría hasta hace unos años con las de más de 30 que nunca se habían casado o convivido.
Si alguna vez fueron a un reencuentro de compañeros de escuela habrán visto este cuadro: la mayoría de las mujeres de más de 35 muestran fotos de sus hijos. Y las que no tienen chicos suelen no hablar de sus sobrinos, trabajos o perros a menos que los demás les hagan lugar para ello. Seguro que no hay mala intención en este desigual reparto de atención pero siempre subyace la idea de que, puestos sobre la mesa, los “logros” no maternos son menores.
Es el mandato social el que indica que hay que tener hijos. Si bien la mayoría de los psicólogos da por tierra con la teoría del instinto materno en los humanos – a diferencia de los animales – una mujer que reconoce que no desea tener descendencia suele ser mirada con escepticismo y acusada de egoísta o insensible.
Moraleja: vivir y dejar vivir. Se puede no tener hijos de la manera tradicional y tenerlos de muchas maneras “no convencionales”: adoptando, ayudando en un hogar y otras miles de variables posibles.
¿Alguna vez te dijeron “vos porque no tenés hijos?”
No hay comentarios:
Publicar un comentario