Siendo el dolor un estado pasajero,
no cometas el error de dejarlo instalarse para siempre.
El niño aprende poco a poco que el dolor es inevitable. Si los padres acompañan este aprendizaje con madurez, humor y ternura, él aprenderá a gestionar todas las relaciones complejas que engendra su propia crueldad y los límites que se le imponen, y la crueldad del otro y los límites que él mismo se impone. La crueldad infantil espontánea es inocente y su propio dolor el que enseña al niño que el otro sufre tanto como él. Un ser que no hubiera pasado jamás por la experiencia de dolor sería alguien con una crueldad sin límites.
Este núcleo bien acompañado permite que el dolor (necesario e inevitable) no se transforme en sufrimiento (prolongación inútil del dolor). El adulto maduro descubre así la alegría, o sea la capacidad de enfocarse en la fuerza de la vida a través de los episodios dolorosos.
no cometas el error de dejarlo instalarse para siempre.
El niño aprende poco a poco que el dolor es inevitable. Si los padres acompañan este aprendizaje con madurez, humor y ternura, él aprenderá a gestionar todas las relaciones complejas que engendra su propia crueldad y los límites que se le imponen, y la crueldad del otro y los límites que él mismo se impone. La crueldad infantil espontánea es inocente y su propio dolor el que enseña al niño que el otro sufre tanto como él. Un ser que no hubiera pasado jamás por la experiencia de dolor sería alguien con una crueldad sin límites.
Este núcleo bien acompañado permite que el dolor (necesario e inevitable) no se transforme en sufrimiento (prolongación inútil del dolor). El adulto maduro descubre así la alegría, o sea la capacidad de enfocarse en la fuerza de la vida a través de los episodios dolorosos.
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