“En nuestra cultura, el corazón humano es visto como una máquina de relojería que sufre un desgaste con el tiempo y que arreglamos por medio de reparaciones mecánicas del mismo modo que lo haríamos con un reloj usado. O sea que, cuando descubrimos que los viudos sufren de una alta incidencia de muertes repentinas debido a ataques cardíacos, no acabamos de encajar el hecho de que la tristeza pueda matar, porque no hay muchas máquinas que mueran de tristeza.”
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