Qué duro es ese juez interno que nunca está satisfecho, que ve todo con ojos críticos, que no perdona una! Les hablo del mío por lo menos. Cada día que pasa, agradezcamos no ser perfectos, y bajemos el nivel de exigencia que nos ponemos que nos deja tan exhaustos, tan rígidos y que nunca nos permite descansar. Nunca dejemos de aprender, pero con juego, con curiosidad.
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