lunes, 17 de febrero de 2014

ACERCA DE LAS DECISIONES EN LA VIDA


Cuán difícil es muchas veces separarse de una pareja de muchos años, ya sea porque se tiene un hijo en común, o porque se llegó a un estado de dependencia con el otro, que pensamos que sin esa persona no podemos vivir; ni hablar con trabajos de mucho tiempo y que por circunstancias de la vida , uno decide cambiar de rumbo laboral, quizás porque en otro lado ofrecen más dinero, pero quizás no les gusta tanto como el que tienen, y de allí la disyuntiva del qué hacer, por éste motivo colegas, queridos ex pacientes quise escribir y reflexionar sobre éstos temas: decisión, equivocarse,acertar:

El estómago se apelmaza. Corre adrenalina por la sangre. Miramos en una dirección y en otra. Sopesamos. Evaluamos. Imaginamos cómo será el devenir de los acontecimientos si escogemos una u otra opción. Medimos cuánto perderemos o cuánto ganaremos ante cada una de ellas. ¿Lo fundamental? Tenemos miedo a equivocarnos. El tener que afrontar decisiones suelen ser situaciones que ponen a prueba nuestra madurez, nuestro grado de integración psicológica. Y cuanto más trascendente para nuestra vida es la decisión, más ajustado el nudo en la boca del estómago...


Si Ud. imagina que en lo que resta de este texto encontrará una receta para disolver ese nudo, es mejor que deje de leer aquí: yo misma no la hallé. Pero sí me ha resultado esclarecedor reflexionar respecto de algunas palabras que, desde el Lenguaje Escondido, amplían la estrechez de mi conciencia ante las disyuntivas de la vida. Acabo de decirlo! Dis-yuntiva=lo que estaba "en yunta", junto, debe separarse, debe des-juntarse... y requiere que uno escoja una u otra opción... ¿Cuál es la cierta?


La sola palabra "duda" nos habla de, al menos, dos posibilidades (dado que "duda" tiene la misma raíz que "dúo" = 2). Y si bien muchas veces son más de dos las opciones que tenemos que considerar para poder decidir, casi siempre pueden agruparse en dos ramas... ante las cuales aparece el nudo en el estómago.


Veamos un poco... "Equivocarse". Si rastreo el sentido de esta palabra, encuentro que vocare remite a "llamado" (de allí la palabra "vocación"). Equi-vocarse sería entonces algo así como "dar por equi-valentes dos llamados que en sí mismo no lo son. Si no evalúo con acierto la diferencia, yerro en mi decisión. Podría decirse que en muchas ocasiones al menos hay dos calidades de "llamados" a seguir: uno, el de los condicionamientos impuestos por nuestra historia (por ejemplo, lo que "debería" elegir en función de lo que siento que se espera de mí); el otro sería el llamado proveniente de mi núcleo más interno, de mi propia esencia. Pero no es nada fácil distinguir entre las voces de la memoria y las del propio Ser... hace falta tanto entrenamiento como el que requiere el joyero para distinguir una piedra preciosa respecto de una vulgar imitación.



Ahora vayamos juntos hacia la palabra decisión. Allí encuentro que su raíz proviene de "cortar". ¿Des-escisión? Cuando Ud. decide, seguramente se genera en su interior un alivio: deja de estar dividido, escindido. Así no esté aún seguro de no equi-vocarse, el haber asumido una opción disuelve en buena medida la tensión previa a que esa asunción se produzca: al decidir, acuerda hacerse cargo de las consecuencias que devengan de esa elección.


¿Cómo saber si hemos acertado? Generalmente el Tiempo es el que nos trae la noticia exacta. Después de todo, a-certar es eso: haber llegado a lo cierto. ¿Y qué es "lo cierto"? Lo que está solventado por la verdad. Y, con ello, lo que está discernido (dado que "cierto" deriva etimológicamente de cernere.) La vida entonces nos coloca ante situaciones donde debemos aprender a usar el cernidor, tal como quien con esa especie de colador separa la harina del resto de la semilla. En la Psicología de Oriente, el Discernimiento es una virtud a la cual el practicante debe procurar acceder (tan valiosa es, que en el Budismo se le llama "la Joya del Discernimiento"). Dis-cernir qué es qué, es el camino hacia la Verdad (así, con mayúscula). Requiere de lucidez, de ecuanimidad (es decir, un "ánimo-igual" para que las emociones no obnubilen la claridad ante lo decidible).


Lic. V.O.

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