lunes, 3 de marzo de 2014

A veces me cuesta verme. Me cuesta ver mi propio brillo, me cuesta aceptar quien soy, me cuesta ver mi reflejo en un espejo porque simplemente no puedo verme. Me veo a través de lo que piensen o digan otros, a través de la supuesta aceptación o aprobación del afuera. Me veo a través de un standard pre-impuesto, en donde debo verme de cierta manera, con un determinado look corporal, y debo encajar de cierta manera en este mundo pre-establecido. Si no me veo encajando, entonces no me veo. Me apago, me anulo y pienso que, como no soy como las demás, soy menos. La verdad es que los únicos ojos que realmente pueden verme como soy, son los míos. Los otros me ven con sus propios ojos y con sus propios lentes y a través del vidrio del color que tengan puesto. Algunas personas piensan que soy amor y paz, otros saben que no. Algunas personas piensan que sé mucho y tal vez que enseño cosas, otros me conocen sólo aprendiendo. Algunos piensan que tengo todo solucionado, y otros me sostienen cuando lloro a cántaros y me desarmo en lágrimas. Algunos piensan que soy madura, y otros han soportado berrinches infantiles. Y que piensen lo que piensen de uno, es sólo eso: opiniones. Pero la opinión que más cuenta, es una sola: la que yo tengo de mí misma. Porque vos sos la que te calificas y te tasás. Alto o bajo, depende de vos y de tu auto mirada. ¿Hoy, puedo verme?





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