domingo, 23 de marzo de 2014

En la vida adulta utilizamos otro mecanismo de defensa frente a las emociones y sentimientos no deseados: la negación. También es frecuente culpabilizar a las personas del entorno de nuestras emociones reprimidas.
Las emociones reprimidas de la infancia son difíciles de reconocer, las de la edad adulta difíciles de aceptar. En muchas ocasiones son las mismas emociones que se repiten una y otra vez hasta que logramos reconocerlas y aceptarlas.
Los sueños relacionados con emociones reprimidas pueden perturbarnos incluso pueden convertirse en pesadillas. Pero, incluso los peores sueños tienen un propósito: hacen que nos fijemos en unos traumas no resueltos y en unos inquietantes recuerdos para permitirnos afrontarlos.
Al conectar con la información del inconsciente, los sueños nos ofrecen valiosas percepciones de la persona que somos en la actualidad, revelándonos aspectos de nuestra naturaleza que aún no hemos superado y exponiendo las capacidades y deseos que nos permiten progresar en el futuro.




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