miércoles, 25 de junio de 2014

Si la noche cae

Cuando cae la noche me siento a salvo y tranquilo. Ya no existen amenazas pero recrudecen los sentidos. Los párpados agobiados de alzarse y caer por mecánicas del olvido, de hacer vida de lo que ya no existe, de perpetuarse en la memoria y acurrucarse en palabras que ahora han perecido.
Cuando cae la noche se asoma el sol de mi historia, aquel que aún acaricia y aún aquel que me motiva. Ya no perduran los suspiros ni las miradas religiosas del amor enamorado, ya no quedan ni resabios de las ilusiones encontradas, ya hay vuelta de hoja que de eso se trata la vida.
Cuando cae la noche no hay taciturna nostalgia, hay felicidad por haberte conocido, hay desmadre por creer que la felicidad existía, no hay amargura al saber que tú respiras en esta noche que nos une en las estrellas, la luna, la lluvia, el calor o en el impasible frío.
Cuando cae la noche vuelan mis pájaros nocturnos, me embriago de palabras escritas, de música que para mí es oxígeno, de imágenes que aterrizan en mis pupilas, de acentos que han quedado grabados, de risas que aún no han podido borrarse.
Cuando cae la noche disfruto de la vida porque es para mí solo, cuando cae la noche todo está en orden y en pacífica armonía, cuando cae la noche los sentimientos son míos y no los comparto con nadie.
Porque cuando cae la noche nadie sabe quién ha sido el amor de mi vida.

De: Juan Marin


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