martes, 7 de octubre de 2014

Las ramas de los arboles no crecen de afuera para adentro, sino de adentro hacia afuera. No podemos pegarnos las ramas, ya que caerían fácilmente. Tampoco puede venir alguien con un pegamento y tratar de disfrazarme de ramas si no están fijas en el tronco. También caerán. Con esto, quiero decir que nada se puede generar o desplegar esperando que el afuera me resuelva todo. Nada ni nadie puede hacer que yo decida desplegar mis brotes, mis frutos y flores, y extender mis ramas. Sólo regando las raíces, amorosamente, puedo desplegar. Si sigo esperando que el afuera me resuelva la vida, que me salven, que vengan a rescatarme, la realidad se encargará de mostrarme que eso no es posible, y seguiré estéril, inmadura, carente de frutos y de flores, carente de gestaciones. Nada provendrá del afuera que yo no pueda procurarme. Debo tomar decisiones desde el corazón, recibiendo ayuda, apoyándome en otros, escuchando, aprendiendo, pero no dependiendo ni esperando.




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