lunes, 17 de noviembre de 2014





Hoy desdije todo lo que había afirmado en los últimos días. Desperté solitario como todas las mañanas, serví café, puse música y empecé a cancelar algunas pocas visitas. Tampoco le di importancia a los quehaceres de mi mente y de mis manos, aunque acuciaran las urgencias, las presiones y ansiedades. 
Hoy salí temprano a caminar el pasado, prefería aquellos restos y no los del presente helado, esas imágenes que eran fantasmas en juego, abordajes que hacían tacto lo intocable.
Hoy el sol de primavera estalló en mi cara, supe que aquel día había tenido una certeza, de aquellas que no se tienen en la vida, que devuelven los pasos que se han perdido, los llantos que el dolor ha adormecido.
Hoy no pensé en nada, ni en mis dolores del alma, ni en mis errores malnacidos, pensé solamente en alguien que no estaba conmigo, en la digna apariencia que daba la soledad cuando simulaba tristeza.
Hoy recorrí adoquines, calles repletas porque sin ella estaban vacías, un silencio que pagaría a cuenta de todas las risas compartidas, aquellos besos a cualquier hora del día, un gemido y un desconcierto, proyectos que habían nacido como el hijo tan deseado, la incoherencia de pensar que todavía era posible, como la ley natural que otorgaba el nombre, esa marca perpetua que nos hacía factibles.
Hoy no atendí él teléfono, no leí mails ni di atención a los reclamos. Hoy me desnudé en la sala, abrí una cerveza bien fría, observé las hojas secas de laurel que aún permanecían en la nevera, la luna que iba naciendo despacio, las luces que a los lejos crecerían como luciérnagas voraces.
Hoy me tomé el día para pensar en vos.
Hoy volví a mi casa enamorado.

De Juan Marín 

No hay comentarios: