Te acaricio y parte de mí aún no se acostumbra a este otoño de inclemencias, a esta dura tarea cotidiana de morder racimos de penas solitarias.
Te acaricio y hay algo de mí que sin saberlo vuelca en esta noche desolada, que observa la sombra impiadosa con este sol de medianoche y esa ternura de lejos.
Te acaricio y vuelan los buitres de su escondite y de sus rocosos secretos, donde los labios no callan ni besan, donde los sueños se han quedado dormidos, donde el deseo se ha muerto de hastío.
Por eso te acaricio, por eso, para que duermas muy dentro mío.
Juan Marin
Te acaricio y hay algo de mí que sin saberlo vuelca en esta noche desolada, que observa la sombra impiadosa con este sol de medianoche y esa ternura de lejos.
Te acaricio y vuelan los buitres de su escondite y de sus rocosos secretos, donde los labios no callan ni besan, donde los sueños se han quedado dormidos, donde el deseo se ha muerto de hastío.
Por eso te acaricio, por eso, para que duermas muy dentro mío.
Juan Marin
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