Nos conocimos de a poco, como los ángeles conocen a sus víctimas que irremediablemente van a amar. Ambos regresábamos de soledades impertinentes, de esas que se encuentran en baldíos olvidados, de la noche y muy cerca del camino intransitado. Abriendo puertas, compartiendo verdades, auxiliando infortunios, con la humildad de los propósitos grandes, trascendentes, fundiendo labios y recorriendo la piel exhausta de esperar lo verdadero, ante el vértigo del temor y la caída, de ese dulce suicidio pactado donde la pérdida tiene mucho de ganado.
Nos conocimos de a poco, como el amor conoce a sus enamorados, como el silencio sacude ante la más bella sinfonía, donde se muere de a ratos y se nace sin pensarlo.
De Juan Marin
Nos conocimos de a poco, como el amor conoce a sus enamorados, como el silencio sacude ante la más bella sinfonía, donde se muere de a ratos y se nace sin pensarlo.
De Juan Marin
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