lunes, 6 de abril de 2015

EL PRINCIPIO DEL PRINCIPIO







No es el mundo lo que se acaba, sino una hipótesis del mundo. Una falacia que agoniza, apesta y atropella a todo el planeta y a sus seres vivientes. Tal desgracia se sostiene porque los individuos lúcidos han permanecido pasivos durante demasiado tiempo.

No se trata apenas de denunciar la podredumbre. Se trata de salir cada cual a afirmar su nobleza y su lucidez. Las Mentiras se sostienen porque los portadores de las Verdades dejaron pasar las oportunidades de implantar su sabiduría insobornable. ¡Basta de acurrucarse en la incertidumbre! Cuando las almas indómitas comiencen a agitar sus estandartes a la luz del día, los farsantes quedarán descolocados: sólo el repudio los mantiene activos...

Por eso la prensa dominante estimula el accionar de los Indignados: para hacer que permanezcan en pie los ídolos corruptos. En cambio, cuando cada cual ostente poderosamente su virtud y ponga en órbita su propia riqueza espiritual, los fetiches agónicos se derrumbarán por completo. Solitos, porque son sólo espectros lo único que tienen para enarbolar.

No asistimos al fin del mundo. Asistimos al fin de la basura materialista aplicada a la explotación de la naturaleza, de la sociedad y del universo. Cada cual es ahora el cambio que el mundo herido reclama minuto a minuto. No haciendo apenas ocasionales marchas callejeras sino convirtiendo en único y memorable cada instante de los demás días. Donde quiera que estés.

La Tiniebla no posee fuerza propia, se implanta cuando la LUZ está ausente. Seamos Luz, seamos cada cual un amanecer espléndido. 

Paso a paso, abrazo tras abrazo, semilla tras semilla. Meditalo y pará de reproducir los rituales del Juego inmundo. Estamos por fin en el comienzo del comienzo. Ha llegado el famoso tiempo de renacer. Unánimemente. Confluyentemente. Fundacionalmente.

Miguel Grinberg 

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