domingo, 9 de agosto de 2015

Una pareja kármica nos presenta la oportunidad de resolver conflictos o situaciones negativas en las que nos hemos involucrado desde vidas anteriores.
 No hay uniones que se establezcan en base al amor romántico o idealizado propiamente, las uniones llevan un propósito espiritual que desconocemos en el momento de unirnos, pero que poco a poco se va revelando ante nosotros y si tenemos la suficiente apertura, podremos verlo claramente.
Nos unimos en base a la dependencia emocional, el miedo a la soledad, a través de nuestros vacíos interiores. Y a todo eso le llamamos amor.
Posteriormente comenzamos a caminar juntos, recreando las más dolorosas circunstancias, proyectando nuestra oscuridad en nuestro escenario de vida y le seguimos llamando amor, porque nos atan los hijos, los papeles firmados, la sociedad con sus presiones y nuestros más profundos miedos.
Cuando el aprendizaje termina, el karma se libera.
Al trascender el karma, nos abrirnos a la oportunidad de vivir a través de nuestro Dharma, será entonces cuando podamos vivir el amor a través de las parejas dharmáticas.
Las parejas dharmáticas han trascendido el sufrimiento. Comparten su vida, su tiempo, pero ya no están unidas en base al miedo o a través de sus vacíos. La unión sigue en base al aprendizaje, pero ahora es a través de la armonía y el respeto mutuo.
Es una pareja de crecimiento y servicio.
Cuando dos personas han concluido un importante proceso evolutivo, han liberado karma y están en tiempo de dharma, surge la posibilidad de encontrarse con su alma gemela, para expandir su energía y trascender el amor de sentimiento, al amor universal. Es la energía ideal no solo para terminar de sanar viejas heridas a nivel personal, sino para crear grandes cambios en el entorno.
La unión de almas gemelas están cimentadas en bases nuevas y diferentes nunca antes experimentadas que hoy en día es posible vivir.



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