Una de las emociones que más daño le hace a nuestra Venus, es la culpa. Sentir culpa es no poder disfrutar. Sentir culpa es obrar desde esa emoción y no desde la autenticidad. Sentir culpa o general culpa en otros es un acto de manipulación. Fuimos criados en una sociedad que nos ha dicho que todo es "por mi culpa, por mi gran culpa" y había que golpearse en el pecho mientras repetíamos esa frase. Y quedó tan instalada que cuando algo "demasiado bueno" nos sucede, no podemos disfrutarlo porque sentimos culpa, y pensamos que debería llegar algo malo para compensar tanta alegría. Nos da culpa comer algo rico, por la dieta, comprarnos algo y darnos un placer, nos da culpa que nos vaya bien y compartirlo, por si a alguien le hace mal, nos da culpa un logro si el otro no ha llegado a esa meta. Nos da culpa salir a disfrutar si alguien cercano está enfermo, nos da culpa ser felices, estar bien y alegres, y pareciera que hay que justificar la alegría o el logro con algún comentario que compense y transmita esfuerzo, al estilo "sí, lo logré, pero no sabés lo que me costó". Y si no me costó? y si lo disfruté? Queda mal decirlo. Queda mal aceptar un halago, un regalo, un piropo, una felicitación, un obsequio, sin el humilde "no te hubieras molestado", cuando es algo hermoso que alguien haya pensado en nosotros, lo cual bien sabemos no es ninguna molestia.
Es hora de dejar atrás la culpa instalada en nuestro ADN colectivo y social, transmitido transgeneracionalmente, es hora de re-educarnos a nosotros y dar un ejemplo de disfrute sano.
Esta semana, que los disfrutes abunden, y que sean sin ninguna culpa. No sólo los grandes disfrutes sino también los pequeños. Busquemos disfrutes de calidad. No importa la cantidad. Un ratito al Sol, un café, un matecito con un libro, un beso, un abrazo, una sonrisa, un Gracias, y todo aquello que hace nuestros días más plenos.
Fuente: Julieta Valente
Es hora de dejar atrás la culpa instalada en nuestro ADN colectivo y social, transmitido transgeneracionalmente, es hora de re-educarnos a nosotros y dar un ejemplo de disfrute sano.
Esta semana, que los disfrutes abunden, y que sean sin ninguna culpa. No sólo los grandes disfrutes sino también los pequeños. Busquemos disfrutes de calidad. No importa la cantidad. Un ratito al Sol, un café, un matecito con un libro, un beso, un abrazo, una sonrisa, un Gracias, y todo aquello que hace nuestros días más plenos.
Fuente: Julieta Valente
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