Sin la necesidad -tan ingenua- de dar algún tipo de testimonio con la obra literaria, pero con la sospecha de que trabajar en el territorio de la ficción es un modo de construir otro mundo, que puede dejar al desnudo la estupidez del mundo que padecemos y que nos aplasta.
La ficción se superpone a la realidad, la acosa, la desmonta y, tal vez, una buena historia pueda colaborar, también, en la tarea de rasgar velos ideológicos.
La ficción se superpone a la realidad, la acosa, la desmonta y, tal vez, una buena historia pueda colaborar, también, en la tarea de rasgar velos ideológicos.
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