De pronto, alguien adopta un perro, un gato, o empieza a vincularse con un caballo, o con cualquier otro animal... y su vida ya no es la misma. Aunque cada animal es querible, en este caso no hablo de CUALQUIER animal, no: es como si CIERTOS animales encajaran EXACTAMENTE en la danza que es nuestra vida, como parte esencial de la coreografía de ESA etapa. Pareciera ser que ESE animal tiene el carácter, las cualidades, ciertos talentos y singularidades que lo hacen EXTREMADAMENTE ESPECIAL para el momento que estamos atravesando: instancias de crecimiento, duelos, enfermedades, peculiar soledad, períodos de decisiones cruciales... ¿EL ANIMAL JUSTO EN EL MOMENTO JUSTO?
Si nuestro transcurrir por el destino es un Misterio, ese Misterio incluye lo que el psiquiatra suizo Carl Jung llamara “SINCRONICIDAD”: las COINCIDENCIAS SIGNIFICATIVAS que van más allá de la casualidad, y que invitan a ABRIR LA MENTE para hallar significados. Él decía que en determinadas instancias vitales el movimiento INTERIOR era de tal intensidad que podía traducirse en el EXTERIOR, generándose hechos llamativamente concurrentes, más allá del azar o de la causalidad (pues tampoco esos hechos se causan entre sí, sino que son independientes en su origen). Dentro de esos hechos, están los ENCUENTROS con seres sin los cuales ese tiempo nuestro hubiese sido DECIDIDAMENTE DIFERENTE, en cualquier edad. Si esto nos sucede con personas... ¿será igual con ciertos animales que LLEGAN CON PRECISIÓN SORPRENDENTE, y con su presencia nos marcan para siempre?
Miremos a los ojos a ese animal que nos acompaña, o recordemos a los que estuvieron junto a nosotros. ¿Fue casual SU presencia? ¿Qué nos dejó? ¿Por qué será que estuvo o está junto a nosotros EN ESA ETAPA en particular? Juguemos a algo tal vez absurdo: que todo sea casualidad. Es una opción. Sin embargo, observar la vida bajo la mirada del Misterio nos da la posibilidad de comprender lo que está por debajo de lo evidente... de asombrarnos, de emocionarnos con algo que es trans-racional y que el intelecto no alcanza a explicar. Einstein lo dijo así: “Sólo hay dos formas de vivir tu vida. Una es como si nada fuera un milagro. La otra como si todo fuera un milagro.” Elijamos: ¡de nosotros depende!
Virginia Gawel
Si nuestro transcurrir por el destino es un Misterio, ese Misterio incluye lo que el psiquiatra suizo Carl Jung llamara “SINCRONICIDAD”: las COINCIDENCIAS SIGNIFICATIVAS que van más allá de la casualidad, y que invitan a ABRIR LA MENTE para hallar significados. Él decía que en determinadas instancias vitales el movimiento INTERIOR era de tal intensidad que podía traducirse en el EXTERIOR, generándose hechos llamativamente concurrentes, más allá del azar o de la causalidad (pues tampoco esos hechos se causan entre sí, sino que son independientes en su origen). Dentro de esos hechos, están los ENCUENTROS con seres sin los cuales ese tiempo nuestro hubiese sido DECIDIDAMENTE DIFERENTE, en cualquier edad. Si esto nos sucede con personas... ¿será igual con ciertos animales que LLEGAN CON PRECISIÓN SORPRENDENTE, y con su presencia nos marcan para siempre?
Miremos a los ojos a ese animal que nos acompaña, o recordemos a los que estuvieron junto a nosotros. ¿Fue casual SU presencia? ¿Qué nos dejó? ¿Por qué será que estuvo o está junto a nosotros EN ESA ETAPA en particular? Juguemos a algo tal vez absurdo: que todo sea casualidad. Es una opción. Sin embargo, observar la vida bajo la mirada del Misterio nos da la posibilidad de comprender lo que está por debajo de lo evidente... de asombrarnos, de emocionarnos con algo que es trans-racional y que el intelecto no alcanza a explicar. Einstein lo dijo así: “Sólo hay dos formas de vivir tu vida. Una es como si nada fuera un milagro. La otra como si todo fuera un milagro.” Elijamos: ¡de nosotros depende!
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