Una orquídea o una mariposa. Eso creyeron ver, desde su personal percepción, algunos de los que presenciaban un ensayo de Loïe Fuller (1862-1928), quien intentaba amoldarse a un nuevo, amplio y blanco vestuario, justo en el instante en que un foco de luz, proveniente de lo alto del escenario, se posara sobre su cuerpo en movimiento. Esta anécdota, en apariencia simple y sin trascendencia, se convertiría en el punto de partida de una de las indagaciones estéticas más reveladoras de la danza escénica occidental experimentadas en la transición de los siglos XIX al XX.
viernes, 29 de abril de 2016
Danza Serpentina
Una orquídea o una mariposa. Eso creyeron ver, desde su personal percepción, algunos de los que presenciaban un ensayo de Loïe Fuller (1862-1928), quien intentaba amoldarse a un nuevo, amplio y blanco vestuario, justo en el instante en que un foco de luz, proveniente de lo alto del escenario, se posara sobre su cuerpo en movimiento. Esta anécdota, en apariencia simple y sin trascendencia, se convertiría en el punto de partida de una de las indagaciones estéticas más reveladoras de la danza escénica occidental experimentadas en la transición de los siglos XIX al XX.
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