domingo, 3 de abril de 2016

El pez en sus aguas limitadas que le ofrecen una zona de confort controlada y contenida por sus costas no imagina el vuelo de un ave sin escamas y emplumada, ilimitada en su espacio aéreo y libre de costas en un horizonte infinito y eterno.
Hasta que el pez no abandone sus profundidades oscuras y se arrime a la luz de la superficie, no verá al ave surcar los cielos ilimitados, siendo este un hecho necesario para entrar en esa crisis interna de enfrentar el miedo de secarse de sus aguas y mutar sus escamas en plumas y atravesando el mismísimo vacío de un estado a otro, entre lo viejo que ya no está y lo nuevo que no llega aun, venciendo la constante tentación dentro de ese vacío de volver a lo conocido, a su zona de confort, a sus aguas limitantes y sus húmedas escamas.
Repetirás tantas veces este proceso hasta que tu valor sea templado y sea superado el temor que genera ese salto al vacío, al mundo nuevo, al vuelo ilimitado en el horizonte eterno, emplumado y libre.
Si no te imaginas un pez emplumado, transformado en ave luego de su salto al vacío, motivado por su crisis de trascender, observa una oruga que debido a la misma crisis se encierra en su crisálida permitiendo así que lo viejo se vaya y da lugar a la llegada de lo nuevo dentro del mismísimo vacío de no ser ya lo que era ni aun siendo lo que será y ya todos sabemos lo que sucede cuando sale, ¿verdad? 

Shaamtti Sadhaka



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