La vulnerabilidad no es debilidad, y la incertidumbre, el riesgo y la exposición emocional a las que estamos sometidos a diario no son opcionales.
Nuestra única opción es implicarnos.
Nuestra voluntad de reconocer y conectar con nuestra vulnerabilidad determina la fuerza de nuestro valor y la claridad de nuestro propósito; nuestro miedo y nuestra des-conexión determinan el grado en que nos protegemos de ser vulnerables.
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