A veces amar a alguien implica afirmar vuestras diferencias, no vuestra igualdad.
Perdemos nuestros poder cuando aceptamos la vergüenza que otros proyectan en nosotras por su propio dolor que no está procesado. Ayudamos a los demás, no aceptando su dolor como el nuestro propio, sino subrayando su habilidad para tomar nuevas decisiones. No te sientas obligada a absorber un dolor que no es el tuyo.—Bethany Webster
Hoy lunes 4 de julio cruzamos el umbral de la Luna nueva. Tiempo de renovación. Tiempo de fecundación. El Sol y la Luna están alineados en la misma constelación. La Luna vacía es fecundada por la luz Solar. En la oscuridad de la noche lunar , el Sol siembra su semilla en la Luna y ésta crecerá hasta su plenitud en la Luna llena. Acompañamos esta siembra con nuestra intenciones. Este es el momento del mes para reprogramar nuestros deseos, para alienarnos con la renovación de la Luna nueva.
En el signo de Cáncer esta semilla solar está impregnada de una información vinculada a nuestros sentimiento de seguridad, de protección, de pertenencia. Cáncer nos invita a ir adentro, en lo profundo, al núcleo, base de lo que somos. Esa base profunda, tierna, oculta y vulnerable necesita de nuestra consciencia para revelar sus necesidades más básicas y primarias. En el signo de Cáncer recordamos que para desear hemos de tener nuestras necesidades satisfechas. El deseo no puede florecer si la base no está estable.
Mercurio y Venus también están en Cáncer y están los suficientemente cerca de la Luna y el Sol para ser parte de la narrativa de esta lunación. Esta alienación planetaria hace además una oposición con Pluto en Capricornio y ángulos con el Nodo Sur y Norte de la Luna. El tema que se revela en este pasaje tiene que ver con poder y saber diferenciar entre el cambio (los cambios) y la transformación profunda. Esta Luna nos habla de una oportunidad de transformarnos.
Podemos estar inmersos en procesos de cambio, podemos estar bajo la influencia de cambios externos, podemos cambiar de opinión, de gustos y deseos y a la misma vez movernos por estos cambios sin pasar por un proceso de verdadera transformación. El cambio puede ser superfluo, la transformación no.
Un proceso de transformación pide que algo muera y algo renazca en nosotros. Entra y nos penetra en el núcleo del ser, ahí donde gestamos nuestras creencias y valores, ahí donde estamos codificados por nuestro pasado, por el de nuestros progenitores, por el de nuestro linaje. El cambio es variable mientras que la transformación tiene un elemento de permanencia. Este año nos ha traído muchos cambios que generen una oportunidad de verdadera transformación. Esta Luna en Cáncer puede potenciar la internalización de los cambios de los pasados meses en un proceso de digestión transformadora necesaria para estabilizarnos y construir o renovar nuestra base.
Con esta Luna tenemos la oportunidad de que la información, la energía que se ha movido en lo que va del año nos penetre. Este “entrar” nos habla de que algo se ha ablandado, suavizado en nuestro interior y nos hace más receptivos y abiertos. Tenemos la oportunidad de traspasar antiguas defensas y mecanismos de protección que han bloqueado esta posibilidad de internalización. Muchos sentiremos esta sutil diferencia entre el cambio de los pasados meses, y la profundidad del proceso de síntesis e integración de estos cambio en nuestro interior. Este proceso interno, esta semilla que se gesta en lo más profundo de nuestro ser, abrirá paso hacia fuera y mostrará su potencia en los próximos meses. Por ahora se trata de honrar y cuidar lo que sentimos. Es delicado, es frágil. Nos estamos dejando penetrar por el cambio. Estamos aceptando la transformación.
El agotamiento que muchos experimentamos en este momento, ya sea mental, energético, físico, emocional nos habla de nuestra resistencia a dejarnos transformar por estos cambios. Dejarnos penetrar implica aprovechar este cansancio como la puerta de la rendición. La rendición al cansancio es la buena nueva de que lo que estaba cerrado se abre, lo que estaba prohibido sentir ahora nos hace vibrar agradecidos y lo que más nos aterraba ya no nos puede hacer daño. Dejarnos penetrar es aceptar una verdad que desafía lo que nos ha dado seguridad, lo que nos ha dado una base en la cual nos hemos apoyado o refugiado hasta ahora.
Esta Luna tiene sabor a cueva, es húmeda e íntima, nos quiere adentro, honrando este viaje a casa, ese ocupar el espacio interno sagrado. Esta Luna en Cáncer nos ofrece un remanso de la agitación de los pasados meses. Nos pide que hagamos nido, cueva, que entremos en casa, que habitemos nuestro proceso y nuestra historia, que honremos la intimidad de nuestro ser, que nos escuchemos con ternura. Nos pide sensibilidad. También nos pide que estemos atentos a nuestras huidas y fugas de esta transformación.
Esta Luna nueva nos apoya en nuestra intención de fortalecer nuestra seguridad interna de manera a depender menos de los apegos externos para sentirnos bien, para sentirnos estables, nutridos. La transformación a la que Pluto nos convoca es encontrar nuestro poder de estar bien de manera autónoma en nuestro santuario íntimo, no afuera de nosotros. Pluto nos invita a quitarnos las máscaras internas, esas partes en las que nos mentimos a nosotros mismos y no admitimos que dependemos de la energía, atención y tiempo ajeno para compensar nuestro miedo e inseguridad interna.
Pluto nos puede hacer sentir que nuestra personalidad se desmantela y que perdemos nuestros puntos de referencia y seguridad. También actúa a través de la pérdida de relaciones a las cuales hemos estado apegados hasta ahora. Relaciones en las que nos hemos apoyado y refugiado y que ahora ya no están abiertas a la intimidad. Esta “pérdida” nos empuja y desafía a mirarnos y a interrogarnos.
mos nuestros sentimientos, si negamos nuestra herida y nuestro dolor, si intentamos forzarnos a estar bien de cara a la mirada externa, si nos exigimos estar y ser de determinada manera, no estamos entrando en el núcleo que la transformación. Nos hacemos adictos a la sensación de cambio, nos movemos de cambio en cambio, pero no logramos traspasar las barreras que nos impiden conquistar esta profundidad tan necesaria para fortalecer nuestra base. No conectamos con nuestro poder.
Esta Luna nos convoca a crear un sistema de cuido de nuestros sentimientos más íntimos. Nos invita a activar el centinela, guardián interno, atento a nuestras trampas. Esa mirada nutricia que con amor y compasión se da cuenta que estamos congelados, que estamos negando nuestros verdaderos sentimientos. Que se da cuenta que repetimos, que escapamos, que huimos, que controlamos. Nos invita a cultivar una mirada alerta a cómo nuestros críticos internos nos hacen dudar, nos torturan con la falsa creencia de que hay buenas y malas elecciones, nos cortan del flujo creativo de la vida. Al activar nuestra mente comparativa, evaluadora que juzga el error como un fracaso perpetuamos el frio y la dureza de un pasado plagado de olvido. Esta exigencia despiadada es el núcleo que clama por transformación, pide morir, pide rendición.
Cuando dejamos de resistirnos, cuando dejamos de negarnos y de estar a la defensiva permitimos que esta muerte a la que Pluto nos convoca ocurra. De este proceso de deshacernos, de desmantelarnos, emerge la oportunidad de reconstruirnos. Esta reconstrucción es la base para una vida más auténtica, más sentida, más vibrante.
La Luna nueva en Cáncer también nos recuerda que todos y cada una de nosotros, en lo más profundo de nuestro ser, deseamos intensamente conectar, amar, sentir compasión. En este anhelo profundo encontramos la voz de nuestra niña , de nuestro niño. Las memorias y los traumas que encubren este anhelo se activan con los estímulos de caos y destrucción que atraviesan el colectivo. Todos, de una manera un otra, experimentamos el trauma y la carencia de estar en un mundo que se presenta cada vez más inseguro e incierto. Es nuestra responsabilidad hacernos cargo de nuestra vulnerabilidad como si de un niño se tratara. Cuidándonos y poniendo límites a ese miedo. No somos niños. Somos adultos. Si nos transformamos profundamente, de adentro hacia fuera, actuamos desde un lugar que influencia nuestro medio ambiente. ¿quien queremos ser? ¿qué queremos aportar?
Esta Luna nos convoca a encontrar esa base, fuente, casa, hogar interno, al cual acudir siempre que necesitemos, para regenerarnos, fortalecernos, cuidarnos y de ahí darnos al mundo. Sin ese espacio conquistado en nuestro interior, nos hacemos vulnerables a los vientos cambiantes. La transformación es el ancla.
Fuente: paloma todd
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