Cuando comprendamos que lo que vemos delante de nuestras vidas es una proyección nuestra, que los personajes que vienen a nuestra vida los hemos atraído nosotros y forman parte del guión que hemos establecido, cuando despertemos a esa realidad, lo único que podemos hacer es bendecirlos porque gracias a ellos puedo ver quién soy yo. Sin ellos no sé quién soy.
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