La vida es como montar en bicicleta; para mantener el equilibrio debes seguir moviéndote.
1. La ilusión de la estabilidad.
Si hacemos una rápida observación de lo que sucede a nuestro alrededor, veremos que no existe nada completamente estable, es decir, que carezca de movimiento. Nuestra tierra gira alrededor del sol, y este alrededor de otra estrella; igual que los electrones que orbitan alrededor del núcleo de los átomos. El universo es dinámico, y todo a nuestro alrededor se mueve, a nivel macro-cósmico o micro-cósmico. Incluso las partículas que conforman aquello que creemos sólido, también vibran. Es solamente nuestra percepción la que determina que algo es estable o inmutable. Esta sensación de quietud, de estabilidad, nos reporta tranquilidad, ya que nos hace vivir situaciones parecidas, todas ellas originadas por la misma conciencia, nuestra propia forma de ver la vida. Nos encontramos entonces en nuestra zona de confort, que como dice la palabra es cómoda, pero no permite el crecimiento personal, ya que perpetúa la misma realidad, tanto exterior como interior.
2. La homeostasis.
El término homeostasis hace referencia a la salud, el bienestar y el equilibro biológico del cuerpo; es la tendencia a mantener constantes los parámetros biológicos frente a las modificaciones del medio externo.
Nuestro medio está en constante cambio, tanto es así que nuestro cuerpo ha desarrollado mecanismos para mantener su equilibrio a pesar de estas fluctuaciones. Las constantes vitales se mantienen, independientemente de las situaciones medioambientales y emocionales que podamos vivir. Por lo tanto, podemos deducir que la única estabilidad que encontraremos no existe fuera de nosotros mismos. Las experiencias que definen nuestra existencia, provocan en nosotros un efecto que puede, o bien reforzarnos en nuestras propias creencias y formas de interaccionar con el entorno, o hacer que las cuestionemos. Solamente en el segundo caso dejamos espacio para el aprendizaje. Independientemente de lo que suceda a nuestro alrededor, hemos de saber que nosotros somos la clave de la estabilidad que ansiamos encontrar y que, sin percatarnos de ello, nunca nos ha abandonado.
Podemos estar seguros de que la gran esperanza de mantener el equilibrio en toda situación reside en nuestro interior.” (Francis J. Braceland)
3. Estabilidad, cambio y evolución.
“La vida es como montar en bicicleta; para mantener el equilibrio debes seguir moviéndote.”
Albert Einstein
1. La ilusión de la estabilidad.
Si hacemos una rápida observación de lo que sucede a nuestro alrededor, veremos que no existe nada completamente estable, es decir, que carezca de movimiento. Nuestra tierra gira alrededor del sol, y este alrededor de otra estrella; igual que los electrones que orbitan alrededor del núcleo de los átomos. El universo es dinámico, y todo a nuestro alrededor se mueve, a nivel macro-cósmico o micro-cósmico. Incluso las partículas que conforman aquello que creemos sólido, también vibran. Es solamente nuestra percepción la que determina que algo es estable o inmutable. Esta sensación de quietud, de estabilidad, nos reporta tranquilidad, ya que nos hace vivir situaciones parecidas, todas ellas originadas por la misma conciencia, nuestra propia forma de ver la vida. Nos encontramos entonces en nuestra zona de confort, que como dice la palabra es cómoda, pero no permite el crecimiento personal, ya que perpetúa la misma realidad, tanto exterior como interior.
2. La homeostasis.
El término homeostasis hace referencia a la salud, el bienestar y el equilibro biológico del cuerpo; es la tendencia a mantener constantes los parámetros biológicos frente a las modificaciones del medio externo.
Nuestro medio está en constante cambio, tanto es así que nuestro cuerpo ha desarrollado mecanismos para mantener su equilibrio a pesar de estas fluctuaciones. Las constantes vitales se mantienen, independientemente de las situaciones medioambientales y emocionales que podamos vivir. Por lo tanto, podemos deducir que la única estabilidad que encontraremos no existe fuera de nosotros mismos. Las experiencias que definen nuestra existencia, provocan en nosotros un efecto que puede, o bien reforzarnos en nuestras propias creencias y formas de interaccionar con el entorno, o hacer que las cuestionemos. Solamente en el segundo caso dejamos espacio para el aprendizaje. Independientemente de lo que suceda a nuestro alrededor, hemos de saber que nosotros somos la clave de la estabilidad que ansiamos encontrar y que, sin percatarnos de ello, nunca nos ha abandonado.
Podemos estar seguros de que la gran esperanza de mantener el equilibrio en toda situación reside en nuestro interior.” (Francis J. Braceland)
3. Estabilidad, cambio y evolución.
“La vida es como montar en bicicleta; para mantener el equilibrio debes seguir moviéndote.”
Albert Einstein
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