Mientras te sientas lo más importante del mundo, no podés apreciar en verdad el mundo que te rodea. Sos como un caballo con anteojeras: nada más te ves vos mismo, ajeno a todo lo demás. El mayor enemigo del hombre es la importancia personal. Lo que lo debilita es sentirse ofendido por lo que hacen o dejan de hacer sus semejantes.
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