El ser humano vivió en un remoto pasado la gloria del contacto angélico, y se apartó de sus hermanos, los devas, de acuerdo a las leyes de involución que preceden. Como las sombras preceden a la luz, fue densificando sus cuerpos sutiles hasta llegar al cuerpo más denso, el físico conocido. Su misión, en la ruta evolutiva, es recobrar la sutilidad de percepción que haga posible en un nuevo y más elevado estado de conciencia, reconocer el mundo invisible de los devas y establecer contacto consciente con él, para ultimar, de acuerdo con el gran programa cósmico, el proceso de evolución planetaria que conduce a la Fraternidad Universal.
El Hombre–Deva - Conferencia de Raimundo Torres.
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